Cuenta dicha leyenda que una bellísima joven del barrio, Dolores “La Perla”, le llevaba a ese Cristo crucificado los viernes por la tarde las flores más hermosas y frescas del jardín de su casa. Un viernes, tras colocar los ramos de flores, ante el Cristo, y mientras le rezaba, fue agredida por varios desconocidos. En seguida le pidió la muchacha al Cristo que la defendiera de los malhechores que intentaban abusar sexualmente de ella. Entonces un rayo apareció...