Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos. Cada nuevo día es un regalo y una oportunidad para superarse, para recomenzar nuestra lucha, para rectificar, para ser felices… No hay ningún camino que no se acabe, como no se le oponga la pereza y la ociosidad. Me gustaría tener una casa con el techo de cristal... y quedarme dormida en compañía de la luna, bajo un manto de estrellas. Siempre he pensado que una de las cosas más bonitas que hay es descubrir a las personas como si fuesen regalos con muchas capas de papel.