La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. Estamos en la tierra para ayudar a otros: para qué están los otros en la tierra no lo sé. La verdad es que, a pesar de las dificultades insuperables, todos esperamos que nos suceda algo extraordinario. Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber. Dijo el joven al sacerdote zen: “Me gustaría entrar en el monasterio, pero nada de lo que he aprendido es importante. Todo lo que mi padre me enseñó es a jugar al ajedrez, algo que no sirve para alcanzar la iluminación.” El sacerdote pidió que le trajeran un tablero, llamó a un monje y le ordenó que jugara con el muchacho, añadiendo: “el que pierda, morirá.”
El joven se dio cuenta de que estaba luchando por su vida, y el tablero se convirtió en el centro del mundo. Sin embargo, como conocía todas...