Tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la bastante para amarnos. La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices. Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía. No hay talento más valioso que el de no usar dos palabras cuando basta una. Aprendí que lo que no sirve se tira. Lo que molesta se evita. Y lo que se va, es porque no hace falta..