Buenas noches Antonia, feliz descanso.. un abrazo. Mi antiguo molino, en la pequeña aldea de los Pirineos, tiene una hilera de árboles que lo separa de la hacienda cercana. Un día apareció el vecino. Tendría unos setenta años. Lo veía trabajar con su mujer en la labranza, y me decía que ya era hora de que descansaran.
El vecino, muy amable, dijo que las hojas secas de mis arboles caían en su tejado, y que yo tenía que talarlos.
Me quedé muy sorprendido: ¿cómo es posible que una persona que se ha pasado la vida en contacto con la naturaleza quiere... Siempre me gustó la palabra «mañana». Huele siempre a esperanza. Y la esperanza es un sentimiento testarudo. Las emociones y los sueños no tienen medidas, no tienen fronteras, no tienen tiempo. Un “te extraño” pesa mil veces más que un “te quiero”, porque a mucha gente quieres pero solo a pocos extrañas.