En uno de esos cruceros que recorren el Mediterráneo un hombre cayó al agua. No sabía nadar y, desesperado, comenzó a gritar para pedir ayuda. Los posibles rescatadores estaban en la cubierta y fueron testigos del incidente.
El primero buscó en su mochila y sacó un libro con las instrucciones para aprender a nadar, se lo lanzó y le dijo: “Sigue las instrucciones y estarás a salvo”.
El segundo se lanzó al agua y comenzó a nadar a su alrededor y le dijo: “Mira como nado.... Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida. El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados.