Siempre hay un día especial que nos espera en algún lugar que nos puede cambiar la vida. Vamos a encontrarlo poniendo siempre el corazón.
La vida se encarga del resto. Mi familia y yo celebrábamos el cumpleaños de mi hermana. Un señor visiblemente mayor se sentó en la mesa de enfrente. No nos percatamos de su presencia hasta que Dylan, uno de los camareros, se arrodilló para ponerse a su altura. Oímos como el hombre se disculpaba con él. Al parecer, había olvidado el sonotone. Le contó que perdió la audición durante la guerra. Dylan le escuchaba con toda su atención.
Tras contarle la historia, el hombre se disculpó por hablar demasiado. “Perdóname joven, hoy cumplo... Cuando del Amor haces tú presa, comienzas a perderlo..
porque el Amor no se encarcela, es libre.