Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia. Nuestros defectos y nuestras virtudes, las mostramos a quien realmente las quiere entender. Mi dulce abuela solía decirme: Mira hijita mía, para ganarle batallas a la vida, a veces tienes que dormir para no pensar, callar para no gritar, reír para no llorar y olvidar y perdonar para no sufrir Cuanto más gruesa es la armadura, más frágil es el ser que la habita. Este es el primer precepto de la amistad: Pedir a los amigos sólo lo honesto, y sólo lo honesto hacer por ellos.