Érase una vez un granjero llamado Herman que vivía en un país del norte de Europa donde los inviernos eran terriblemente crudos. Los meses de hielo y nieve se hacían interminables, pero el bueno de Herman se negaba a pasar tanto tiempo encerrado en casa sin hacer nada, esperando que volviera la primavera. Por eso, venciendo la pereza y las bajas temperaturas, todas las mañanas se despedía de su mujer con un beso y salía a dar una vuelta por los alrededores. ¡Al menos durante un rato podía admirar... Buenas noches Sensi, como tu bien dices ahora toca descansar, para poder seguir mañana al pie del cañon, un abrazo. Buenas noches Antonia, a descansar para mañana poder seguir con la tarea.. Besillos. Siempre hay una solución para cada problema, una sonrisa para cada lagrima, y un abrazo para cada tristeza. Si no te quieren como tú quieres que te quieran, ¿qué importa que te quieran?.