Buenos días maestro Pepemg, vep que estas pasando demasiado con la conexión a internes, pues estos pinganillos partatiles dan mucha guerra, ami tambien me pasa con asidua frecuencia, bueno como sigues con tu salud y con la estancia en esos montes orientales, ya como tienes tu gatita a la vera tuya se hace el tiempo más llevadero, ya la habrás restablecido de las fatigas ke debió pasar el pobre animalito.- Pepe un fte. abz. de este amigo y forero.-
A. Fernández
A. Fernández
Buenas tardes A. Fernández:
La conexión a Internet con una pen, pum, pam, pem, no funciona. Me he quejado, veremos si la queja, al menos, funciona. De salud, fuerte como un roble. Casi a diario me marcho al campo, campo a través, con mi máquina. Ayer ví un conejo de lejos, me fui acercando hasta ponerme a un metro de él y como el "orytolagus cuniculus" (nombre científico del conejo) sabía que yo no le iba a infrigir daño alguno -sólo recrearme en su belleza- continuó comiendo plácidamente en mi presencia. Mientras, yo le saqué varias fotos. Pensé si estaría enfermo, ciego o sordo. Para comprobarlo intenté atraparlo con la mano. Entonces se me escabuyó, cruzó un haza y ya en la otra orilla se me puso de nuevo a comer. Me dirigí hacía él y no me permitió que me acercara, se coló en la madriguera.
¿La gatita, me preguntas por la gatita? Después de treinta y un días de parranda, curada ya de espanto, manifestaba deseos ciertos de volver a las andadas. La metimos en el transportín y se la llevó mi hija a Barcelona. La hecho de menos, ella a mí seguro que también porque cuando volvió de su peregrinaje por esos barrios daba saltos de alegría a mi alrededor.
Prepárate para la próxima reunión en Barcelona, no podéis faltar.
Venga, Antonio, un fuerte abrazo.
La conexión a Internet con una pen, pum, pam, pem, no funciona. Me he quejado, veremos si la queja, al menos, funciona. De salud, fuerte como un roble. Casi a diario me marcho al campo, campo a través, con mi máquina. Ayer ví un conejo de lejos, me fui acercando hasta ponerme a un metro de él y como el "orytolagus cuniculus" (nombre científico del conejo) sabía que yo no le iba a infrigir daño alguno -sólo recrearme en su belleza- continuó comiendo plácidamente en mi presencia. Mientras, yo le saqué varias fotos. Pensé si estaría enfermo, ciego o sordo. Para comprobarlo intenté atraparlo con la mano. Entonces se me escabuyó, cruzó un haza y ya en la otra orilla se me puso de nuevo a comer. Me dirigí hacía él y no me permitió que me acercara, se coló en la madriguera.
¿La gatita, me preguntas por la gatita? Después de treinta y un días de parranda, curada ya de espanto, manifestaba deseos ciertos de volver a las andadas. La metimos en el transportín y se la llevó mi hija a Barcelona. La hecho de menos, ella a mí seguro que también porque cuando volvió de su peregrinaje por esos barrios daba saltos de alegría a mi alrededor.
Prepárate para la próxima reunión en Barcelona, no podéis faltar.
Venga, Antonio, un fuerte abrazo.