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PEDRO MARTINEZ: Tocayo ANTONIO MANUEL: Lo primero es felicitarte, por...

Hola Antonio, no nos conocemos, pero no sera por que ganas no tengo, haber si se da la ocasión de que algun día nos podamos ver, leo siempre que puedo tus letrillas como tu les llamas, yo las llamaria preciosas poesias, yo soy aficionado a la poesia y de cuando en cuando escribo algo, hoy he encontrado esta pequeña poesia y he decidido dedicartela atí, espero que te guste.

Solo los poetas saben
el ídioma del silencio,
la voz de las piedras inerte
que ruedan por el camino,
el llanto de los geranios
suspendidos en sus tallos
y el peregrinar del humo
en busca de las estrellas.

Solo los poetas saben
como reír sin medida
cuando se aferran al dolor
como un gavilán hambriento,
cuando el torrente se abre
como lava por el pecho
y cuando la oscura noche
borra sendas y caminos,

Solo los poetas saben
el idioma del silencio.

Tocayo ANTONIO MANUEL: Lo primero es felicitarte, por tan bellas letras. A mi, también me gustas las poesías, pero el estilo sencillo y de pueblo, como Miguel Hernández. Hoy hay otras formas de expresar, que no entiendo mucho; yo soy de pueblo y me vine a trabajar con 13 años, así que de estudios, nada de nada. Tengo escritas un sin fin de letrillas y letras de sevillanas y fandangos, lo hago cuando me da la picá, pero no siempre y, de todas las cosas. Ya se que son letrillas de andar por casa y para los amigos; no pretendo más, y de camino, me encuentro a personas, como tú, que amablemente me animan; con sus palabras, a seguir poniendo letras.
Gracias amigo ANTONIO MANUEL y os dejo estas que más bien parecen un romance de enamorados. Un abrazo y hasta pronto.

LA MESA CAMILLA

En la mesa de camilla;
La de copa con carbón.
Tapao con ceniza y cisco,
Yo sentado en el sillón.

Su padre frente de mí;
La mamaíta a su lado.
Todos sin pestañea: r
¿Quién se come aquí el pescado?

Metí la mano debajo,
De las naguas de camilla,
Fingiendo sacar un pitillo,
Le cogí su rodilla.

Dio un respingo;
Por mis manos frías.
Y por poco, gano sin querer;
La bronca del día.

Debió ser una pulga, ¡Seguro!
De caballerías.
Hay que fumigar de nuevo;
Cualquier de estos días.

Con la sabia salida de ella;
Campeo el temporal.
Intentando calmarme los nervios;
Me salí al corral.

No hay forma pelar la pava;
Le dije a mi amada.
¡Vaya par de carabineros!
Te cubren la espalda.

Mi chiquilla que no puede ser;
Subo las paredes.
Mañana a casa la abuela;
Se llama Mercedes.

Que se queda dormida en seguida;
Sentad en su camilla.
Dará tiempo y podremos jugar:
Entre las nagüillas.

Mientras que mi abuela ronca;
Jugaremos al esconder.
Ya verás que pronto yo encuentro;
Lo que quiero ver.

Y con tus labios, morena;
Despáchame bien la miel.
Que quiero endulzar mi cuerpo,
Y quiero endulzar mi piel.

Mientras bebo tu manjar,
Y escudriño tus tesoros,
Mi cuerpo se me derrite,
Por cada uno de sus poros.

No dejo de contemplar;
La luz de tus bellos ojos.
Terminando mí escudriño;
Al escuchar el cerrojo.

En lo mejor del estudio;
Llega el abuelo cansado.
No marcharos, por favor;
Que yo me pongo aquí al lado.

Esta visto, que la pava;
En invierno, se acabó.
La espichas de un resfriado,
O palmas de un sofocón.
A. E. I.