amiga Antonia, ¿donde te metes que no te escucho? Espero que estés bien y atareada en tu cosas. Un abrazo y os dejo estas letrillas.
SEGUIR BUSCANDO
Seguir buscando poesías,
Por lo rincones de España.
Hoy me tropiezo con una,
Que me ha llegado hasta el alma.
Miguel Hernández, lo admiro,
Por su bravura y su casta,
Por su forma de escribir,
Por como su entorno narra.
Dio su vida por decir,
Lo que quería su garganta.
Y jamás le importó nada,
Que su vida se llevaran.
El siguió escribiendo versos,
En páginas arrugadas,
Y denunciando atropellos,
De los que empuñaban armas.
Siempre le toco perder,
Al más sencillo de España.
Al humilde jornalero,
Que le roban lo que gana.
A los duros campesinos,
Que con manos encalladas,
Van desangrando la tierra,
Que con cosechas le paga.
Al minero, ennegrecido,
Con sus espaldas cargadas,
Que pagan con su sudor,
El oro que otros se gastan.
A los tristes marineros,
Que abandonan su morada,
En barcos, que nunca saben,
Del regreso para casa.
Para vencer no hace falta,
Ni pistolas ni metrallas,
Con la pluma y el papel,
Se vencen muchas batallas.
A. E. I.
SEGUIR BUSCANDO
Seguir buscando poesías,
Por lo rincones de España.
Hoy me tropiezo con una,
Que me ha llegado hasta el alma.
Miguel Hernández, lo admiro,
Por su bravura y su casta,
Por su forma de escribir,
Por como su entorno narra.
Dio su vida por decir,
Lo que quería su garganta.
Y jamás le importó nada,
Que su vida se llevaran.
El siguió escribiendo versos,
En páginas arrugadas,
Y denunciando atropellos,
De los que empuñaban armas.
Siempre le toco perder,
Al más sencillo de España.
Al humilde jornalero,
Que le roban lo que gana.
A los duros campesinos,
Que con manos encalladas,
Van desangrando la tierra,
Que con cosechas le paga.
Al minero, ennegrecido,
Con sus espaldas cargadas,
Que pagan con su sudor,
El oro que otros se gastan.
A los tristes marineros,
Que abandonan su morada,
En barcos, que nunca saben,
Del regreso para casa.
Para vencer no hace falta,
Ni pistolas ni metrallas,
Con la pluma y el papel,
Se vencen muchas batallas.
A. E. I.