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PEDRO MARTINEZ: CUARTA PARTE LA MILITANCIA FEMENINA...

CUARTA PARTE LA MILITANCIA FEMENINA
Es un discurso paradigmático que muestra claramente dos cuestiones, el papel que se atribuye a la mujer "como es" y por contraste el perfil de la "mala" mujer. La primera es la mujer que se reserva dentro de casa y que la mantiene limpia, "limpia y curiosa", es la mujer "Apan". La palabra limpieza es la concreción de todas las actividades que se exigen a la mujer de casa y la palabra toma el significado de mujer honrada. Enrique Luque Baena en su estudio antropológico y social de un pueblo del sur, ya vio la división entre la mujer "limpia" que se equipara a la mujer "honrada". Por eso, cuando María Jesús habla de las mujeres de la Agrupación de "poco limpias" las simboliza inmediatamente, no sólo como mujeres con un comportamiento poco honesto socialmente, como cuando se acusaba a los hombres del comité,
La segunda cuestión se refiere a la tradicional acusación que se hace a las mujeres que no se resignan al papel asignado secularmente, se trata siempre de la imputación de una conducta sexual condenable. Es curioso comprobar que esta culpabilidad agrava en hacerlas responsables del posible comportamiento desenfrenado de los hombres. Además, esta forma de pensar evidencia una clara contradicción entre un sentirse y verse como persona de izquierdas y con una doble moral para hombres o para mujeres. Así como, el mantenimiento, con el convencimiento de ser el correcto, de un tradicional comportamiento de las mujeres que las obliga a retraerse dentro de casa, aunque, es una reclusión no conseguida porque, hemos visto cómo, para trabajar, las mujeres permanecen buena parte de su tiempo en la calle.
Algunas chicas escapándose de sus únicas tareas asignadas empezaron a participar de la vida política y social. Desarrollaron su trabajo en partidos, sindicatos y crearon sus propias organizaciones. Participaron en reuniones, asambleas, congresos, comités. Tomaron decisiones. Esta nueva actividad no sólo cambiaba su papel tradicional sino que las permitía adquirir más importancia o visibilidad social, y transformaba todo las relaciones que habían mantenido hasta ese momento con los hombres. Tanto es así, que Ronald Fraser en su reconocido libro Recuérdalo tú y recuérdalo a Otros, subraya que la revolución lo mejor que llevó fue una nueva camaradería entre hombres y mujeres y que, en cambio, no alteró los papeles tradicionales de unas y otros.
Pero de hecho estos cambios llegaron solamente a pocos hombres y mujeres militantes republicanos. En general, chicas jóvenes y solteros que el hecho de emprender un compromiso político las llevaba a relacionarse con más compañerismo con los hombres, compañeros de las organizaciones donde militaban. Estas chicas fueron una minoría. Y con todo, aunque no cuestionaron paso los diferentes roles sociales, aceptaron sin demasiados problemas la división sexual del trabajo y las injusticias que esta división genera. División introducida en la misma actividad política pues sólo Antonia formó parte de los órganos dirigentes del pueblo, cuando en 1937 fue elegida por unanimidad "Secretaría de Agitación y Propaganda" del PC de Pedro Martínez.
Como afirma Mary Nash se trataba de un modelo de comportamiento de proyección de la mujer en el ámbito público de la resistencia antifascista pero respetando la función social tradicional y primordial de la mujer dentro de la familia. Sin embargo, hay que defender el avance que representó para aquellas mujeres la situación política-social, y como hubieran podido evolucionar hacia un camino más feminista si el resultado de la guerra hubiera sido otro.
En efecto, la expansión y / o la consolidación del modestos cambios que el ejemplo de aquellas chicas hubieran podido ir introduciendo en la vida del resto de mujeres y hombres del pueblo, estuvieron absolutamente truncados con el resultado final de la guerra. La corta duración de la experiencia, la poca preparación y las costumbres atávicas de la población, no permitieron que los cambios iniciados prendieran en la conciencia de la gente, hasta el punto de modificar el comportamiento y las ideas de la mayoría.

Paralelamente, además, la situación social, siempre mucho más compleja, estaba cambiando también en otro sentido. Algunas mujeres campesinas pobres, jornaleras o compañeras de jornaleros, excluidas secularmente de cualquier bienestar, accedieron en ese momento de una cierta prosperidad económica o al menos, en un tiempo en el que desapareció el hambre en el pueblo, al estatus de amas de casa. La Rosa y de otras mujeres tienen compañeros que se ganan "bastante bien" la vida como para que ellas no tengan que salir de casa a buscar un diario y se dedican exclusivamente a los hijos y al marido. Se está, de este modo, iniciando en la clase trabajadora un nuevo modelo clasista que implica una división sexo / edad mucho más profundo que hasta ese momento.

La victoria franquista continuó y profundizó una clara ofensiva contra las mujeres. El papel tradicional destinado a la mujer estaba bastante definido. Y la voluntad de los ganadores de la guerra civil fue devolver, con toda la fuerza de la violencia, en su lugar tradicional a aquellas que iniciaron una lucha por una vida más igualitaria y justa. Por eso las mujeres antifascistas recibieron penas por su elección ideológica, pero también por razón de su sexo, como podremos ver en el próximo capítulo.