Rosa, la de Vílchez
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La primera referencia que tenemos es el grupo de chicos de la que forma parte Francisco Alfaro, hermano mayor de Rosa. 1
A Francisco lo consideraban y se sentía el responsable de la familia, porque los padres hacía años que estaban muertos y Rosa era viuda. Cuando consideró que su vivienda era más o menos digna para vivir toda la familia, la reclamó. Y así es como, unos meses más tarde, se reunieron todos los hermanos en Pont de Suert.
Entre ellos iba Rosa con sus 10 hijos. Ella recuerda exactamente el día de llegada: el 7 de septiembre de 1950. Y nos cuenta porque abandonaron el pueblo.
“Nos vinimos porque allí pasábamos hambruna. ¡Y ya está! Y que sólo trabajábamos en lo que pillábamos y ya está…y el viaje, pues ¡fue con un billete de calidad! ¡Ja, ja! Nos vinimos sin na y no dejamos na. ¡No teníamos ni casa donde vivir! Cuando salimos mi hermano dice: -Echarle a esa (señala el suelo y hace una especie de bendición), que a Pedro Martínez no volvéis más.”
En la central entraron a trabajar todos los hermanos de Rosa y pronto se les añadió, Manolo, su hijo mayor.
Pero, ya lo hemos dicho, el trabajo de construcción de las centrales era un trabajo muy duro y peligroso. El testimonio de estos obreros y sus familias muestran el sacrificio humano que conllevó la construcción de las grandes obras hidroeléctricas. Evidencia la inseguridad laboral, las enfermedades y accidentes hasta la muerte como una dura y cruel persistencia de la historia laboral, sobre todo en la construcción.
Del mismo Pedro Martínez murió un chico. Esta muerte más cercana los impactó de manera especial y ocasionó el inicio de un segundo abandono en la búsqueda de una mejor tierra y un nuevo trabajo. En definitiva, un lugar para vivir y trabajar en mejores condiciones.
Del grupo de los hermanos Alfaro, cuando salieron del pueblo, también formaban parte los hermanos Sánchez. Los Sánchez fueron los primeros que dejaron el empleo de las centrales y se dirigieron a Sabadell. Con ellos, igualmente, se había trasladado desde Pedro Martínez, la Eustaquia, madre de los hermanos.
Aparte de los Sánchez en la ciudad vallesana vivía la prometida de Francisco. Se entiende, así, la decisión de los Alfaro-Vílchez de dirigirse hacia Sabadell. Proseguían el proceso migratorio que habían empezado partiendo de su pueblo natal.
Y Rosa también rememora la fecha exacta de la llegada a la ciudad: la verbena de San Juan de 1951.
“Él estaba novio de la Encarna y al matarse aquel que se mató, pues nos vinimos aquí. Se mató allí, al menos uno o dos y nos vinimos aquí. Aquí ya había gente del pueblo, estaba la Eustaquia, y ya entonces unos cuantos del pueblo ya se hartaron y se vinieron. Cuando nosotros nos vinimos a Torre-romeu sólo habían del pueblo los del Domingo del Olegario y los de la Eustaquia y los de Juanico Grande. Y uno que es el que se le mató un hijo allí en los Pirineos. Cayó por una cantera de aquellas y murió. En los Pirineos murieron varios del pueblo: un hermano de la Isabel, un hijo de la Mochuela. Pero ese no se mató allí en Pont de Suert, fue en la misma empresa por el otro lado”.
Antonia, de la Eustaquia
En Pedro Martínez, Antonia 2 no tenía graves problemas económicos. Al menos podía vivir de su trabajo en la tienda de comestibles. Y, con más o menos esfuerzo, alimentar y educar a su hijo. Pero la familia se fue marchando. Ya sabemos que su madre, la Eustaquia, se había ido a Sabadell cuando sus hijos, que trabajaban en las centrales, abandonaron aquel lugar para instalarse en la ciudad vallesana.
Nos lo explica la misma Antonia: ” Y cuando cayó éste de la Anita del Domingo, que se cayó allí, porque eran unos trabajos muy peligrosos, ya se vinieron para aquí a Sabadell. Y ya tiraron de mis padres, y ya pues, en fin, estando todos aquí… Yo me quedé allí en mi casa, estaba toda la familia de mi marido y mis tías. Y ya pues, mira me vine aquí yo también. Mis hermanos me mandaron el dinero ¡Y yo pues me vine! Y algunas cosas, todas, las dejé allí. Luego después vendí la cama a la Anita la Segadora, y a unas tías también que se quedaron con una cantarera y ¡en fin! La ropa me la traje yo y las sillas ya se quedaron en casa de mi tía ¡en fin!
Me vine sin problemas, na más que ¿qué hago yo allí ya? Allí ¿qué hacía? Si ya mi familia cada día ¡qué me venga, que me venga!
Dice: -que aquí vas a ganar, entonces a duro la hora.
Y a duro la hora decíamos nosotros: – ¡Uy eso es mucho! ¡Entonces a duro la hora era mucho!
Decían: -que aquí la prima está planchando y aquí se hacen muchas faenas y en fábricas y en to, aquí vas a ganar.
Pues me vine, pues sí, con la golosina de trabajar. Me vine sola con mi hijo porque estaba aquí toda la familia. Nos vinimos en tren por Barcelona. Y luego a Barcelona salieron de aquí a por nosotros a la ¿cómo se dice? A la estación de Francia. Y mira entonces ya pues salieron a por nosotros de aquí. Y directos a las cuevas.
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La primera referencia que tenemos es el grupo de chicos de la que forma parte Francisco Alfaro, hermano mayor de Rosa. 1
A Francisco lo consideraban y se sentía el responsable de la familia, porque los padres hacía años que estaban muertos y Rosa era viuda. Cuando consideró que su vivienda era más o menos digna para vivir toda la familia, la reclamó. Y así es como, unos meses más tarde, se reunieron todos los hermanos en Pont de Suert.
Entre ellos iba Rosa con sus 10 hijos. Ella recuerda exactamente el día de llegada: el 7 de septiembre de 1950. Y nos cuenta porque abandonaron el pueblo.
“Nos vinimos porque allí pasábamos hambruna. ¡Y ya está! Y que sólo trabajábamos en lo que pillábamos y ya está…y el viaje, pues ¡fue con un billete de calidad! ¡Ja, ja! Nos vinimos sin na y no dejamos na. ¡No teníamos ni casa donde vivir! Cuando salimos mi hermano dice: -Echarle a esa (señala el suelo y hace una especie de bendición), que a Pedro Martínez no volvéis más.”
En la central entraron a trabajar todos los hermanos de Rosa y pronto se les añadió, Manolo, su hijo mayor.
Pero, ya lo hemos dicho, el trabajo de construcción de las centrales era un trabajo muy duro y peligroso. El testimonio de estos obreros y sus familias muestran el sacrificio humano que conllevó la construcción de las grandes obras hidroeléctricas. Evidencia la inseguridad laboral, las enfermedades y accidentes hasta la muerte como una dura y cruel persistencia de la historia laboral, sobre todo en la construcción.
Del mismo Pedro Martínez murió un chico. Esta muerte más cercana los impactó de manera especial y ocasionó el inicio de un segundo abandono en la búsqueda de una mejor tierra y un nuevo trabajo. En definitiva, un lugar para vivir y trabajar en mejores condiciones.
Del grupo de los hermanos Alfaro, cuando salieron del pueblo, también formaban parte los hermanos Sánchez. Los Sánchez fueron los primeros que dejaron el empleo de las centrales y se dirigieron a Sabadell. Con ellos, igualmente, se había trasladado desde Pedro Martínez, la Eustaquia, madre de los hermanos.
Aparte de los Sánchez en la ciudad vallesana vivía la prometida de Francisco. Se entiende, así, la decisión de los Alfaro-Vílchez de dirigirse hacia Sabadell. Proseguían el proceso migratorio que habían empezado partiendo de su pueblo natal.
Y Rosa también rememora la fecha exacta de la llegada a la ciudad: la verbena de San Juan de 1951.
“Él estaba novio de la Encarna y al matarse aquel que se mató, pues nos vinimos aquí. Se mató allí, al menos uno o dos y nos vinimos aquí. Aquí ya había gente del pueblo, estaba la Eustaquia, y ya entonces unos cuantos del pueblo ya se hartaron y se vinieron. Cuando nosotros nos vinimos a Torre-romeu sólo habían del pueblo los del Domingo del Olegario y los de la Eustaquia y los de Juanico Grande. Y uno que es el que se le mató un hijo allí en los Pirineos. Cayó por una cantera de aquellas y murió. En los Pirineos murieron varios del pueblo: un hermano de la Isabel, un hijo de la Mochuela. Pero ese no se mató allí en Pont de Suert, fue en la misma empresa por el otro lado”.
Antonia, de la Eustaquia
En Pedro Martínez, Antonia 2 no tenía graves problemas económicos. Al menos podía vivir de su trabajo en la tienda de comestibles. Y, con más o menos esfuerzo, alimentar y educar a su hijo. Pero la familia se fue marchando. Ya sabemos que su madre, la Eustaquia, se había ido a Sabadell cuando sus hijos, que trabajaban en las centrales, abandonaron aquel lugar para instalarse en la ciudad vallesana.
Nos lo explica la misma Antonia: ” Y cuando cayó éste de la Anita del Domingo, que se cayó allí, porque eran unos trabajos muy peligrosos, ya se vinieron para aquí a Sabadell. Y ya tiraron de mis padres, y ya pues, en fin, estando todos aquí… Yo me quedé allí en mi casa, estaba toda la familia de mi marido y mis tías. Y ya pues, mira me vine aquí yo también. Mis hermanos me mandaron el dinero ¡Y yo pues me vine! Y algunas cosas, todas, las dejé allí. Luego después vendí la cama a la Anita la Segadora, y a unas tías también que se quedaron con una cantarera y ¡en fin! La ropa me la traje yo y las sillas ya se quedaron en casa de mi tía ¡en fin!
Me vine sin problemas, na más que ¿qué hago yo allí ya? Allí ¿qué hacía? Si ya mi familia cada día ¡qué me venga, que me venga!
Dice: -que aquí vas a ganar, entonces a duro la hora.
Y a duro la hora decíamos nosotros: – ¡Uy eso es mucho! ¡Entonces a duro la hora era mucho!
Decían: -que aquí la prima está planchando y aquí se hacen muchas faenas y en fábricas y en to, aquí vas a ganar.
Pues me vine, pues sí, con la golosina de trabajar. Me vine sola con mi hijo porque estaba aquí toda la familia. Nos vinimos en tren por Barcelona. Y luego a Barcelona salieron de aquí a por nosotros a la ¿cómo se dice? A la estación de Francia. Y mira entonces ya pues salieron a por nosotros de aquí. Y directos a las cuevas.