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PEDRO MARTINEZ: A modo de resumen...

A modo de resumen
A través de los veinte capítulos que conforman esta historia hemos visto como la gente de Pedro Martínez llegada a Sabadell, intenta una nueva vida en la ciudad vallesana. Del análisis del relato de sus memorias se deduce que varios obstáculos dificultaban no sólo la integración, sino incluso tomar conciencia de este hecho. En primer lugar vinieron a trabajar, en segundo, un bajo y generalizado nivel de instrucción y un desconocimiento del catalán, en tercer lugar, las condiciones de vida: falta de tiempo, horarios del trabajo, falta de recursos. También influyeron negativamente la situación del mismo barrio aislado del centro de Sabadell, donde vivían las personas nacidas en Cataluña, y la misma forma de emigrar.

En efecto, las migraciones en cadena permiten la continua comparación entre la sociedad de origen y la del nuevo asentamiento. Esto facilita el despertar de la conciencia de clase y entender la relación existente entre la explotación sufrida en Andalucía, que los impulsó a abandonarla, y la explotación laboral y las malas condiciones de vida en el barrio, ahora ya en Cataluña. Sin embargo, por otro lado, tienden a retrasar la asimilación de las personas emigrantes en la sociedad local. La cadena migratoria condiciona fuertemente los modelos de inserción territorial y ocupacional, indirectamente también influye en los patrones de comportamiento matrimonial favoreciendo altas tasas de endogamia. A la vez favorece la perdurabilidad de los valores sociales y culturales propios retrasando la incorporación plena de hijos e hijas a la sociedad sabadellense.

Sin embargo, con el tiempo, una parte de la gente de Torre-Romeu, entró en contacto con la gente del país y con organizaciones catalanas y descubrió la lucha por la libertad de la nación catalana. Y algunos de ellos y de ellas, se comprometieron.
Este contacto se produjo, generalmente, gracias a su compromiso de trabajadores y trabajadoras, con una clara identidad obrera; o, como vecinos y vecinas de un barrio dejado de la mano por parte de la administración con una definida identidad de barrio; a través de la lucha por cambiar las condiciones laborales y de vida, de una actividad sindical, política o vecinal.

Paralelamente también algunas personas descubrieron su identidad andaluza.

Este descubrimiento podía llevar a dos posiciones, una de repliegue, de intimidad, de nostalgia de la tierra andaluza (o mejor del pequeño mundo, en este caso, de Pedro Martínez) que puede, incluso, convertirse en resentimiento hacia en Cataluña y sus manifestaciones culturales. Otra, más abierta y positiva, que acepta las dos realidades: la andaluza y la catalana y que asume y comparte la nueva identidad (al margen de la lengua que utilice).

Especialmente en la medida que la situación y las perspectivas de una vida menos fatigosa y más tranquila cambia la situación precaria de los primeros años. Y, en la medida, también, que hijos e hijas al casarse o independizarse establecen fuera del barrio, ensanchan el espacio, las relaciones, las profesiones, las amistades anteriores. Todo ello, posibilita la conciencia de pertenencia y posesión de un espacio mucho más amplio que el del barrio y que puede englobar toda Cataluña.

Los sentimientos identitarios, nos lo dice Borja de Riquer, son siempre el resultado de unos procesos históricos en los que eran posibles varias oportunidades o vías. La identidad no es un hecho dado y permanente, sino la consecuencia histórica de una serie de circunstancias y factores en los que existía una variedad de posibles finales.

En nuestro relato, con el extenso recorrido que se inicia en Andalucía y termina en Cataluña, el nuevo vecindad de Torre-Romeu nos muestra cómo, a lo largo de la vida, una misma persona puede ir acumulando vivencias distintas que le permitirán identificar -se a partir de diversas identidades compartidas.
Muchas de las mujeres y hombres que dejaron su pueblo natal, y su descendencia, comparten con naturalidad su identidad obrera, la vecinal, la andaluza y la catalana. Y de este modo, conjuntamente con la población nacida en el país (a veces proveniente de inmigraciones anteriores) se convirtieron en parte consustancial de la construcción de la Cataluña democrática.