RECORDANDO QUE...
... LA CORONA DE LAURELES QUE SE ENTREGA A LOS GANADORES DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS PROVIENE DE LA METAMORFOSIS DE DAFNE EN LAUREL, ANTE EL ACOSO DE APOLO.
Apolo, además de ser un experto en el arte de la arquería, era un experto músico y deportista, pero sus más afamados atributos eran su beldad y su capacidad de seducir mujeres. Sin embargo, a pesar de dichas características, no todas las mujeres se entregaron a sus vehementes pulsiones. Y uno de los casos más trascendentes remite al mito de Dafne, una ninfa hija del dios-río Peneo. El hijo de Zeus. Según la leyenda, la joven fue sorprendida por Apolo, quien intentó seducirla galantemente, aunque luego de las primeras negativas de Dafne, la persuasión se transformó en acoso y persecución. Así, cuando la ninfa estaba a punto de ser alcanzada por el excitado dios, rogó a su padre que la protegiera del acoso. El dios-río oyó las plegarias de su hija, que al instante sintió como su torso se transformó en tronco, sus brazos y piernas en ramas y sus dedos en hojas de laurel. Cuando Apolo la alcanzó, ya estaba abrazando a un hermoso árbol de laurel. Desde entonces, Apolo, aun enamorado de Dafne, sacó las hojas de laurel del árbol y se las colocó en su cabeza para que los dedos de la ninfa lo acariciaran cuando él lo pretendiera. De esta manera, la corona de laurel comenzó a congratular a todos los artistas y deportistas ganadores en sus disciplinas, tal como los “dedos” de Dafne mimaron a Apolo...
... LA CORONA DE LAURELES QUE SE ENTREGA A LOS GANADORES DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS PROVIENE DE LA METAMORFOSIS DE DAFNE EN LAUREL, ANTE EL ACOSO DE APOLO.
Apolo, además de ser un experto en el arte de la arquería, era un experto músico y deportista, pero sus más afamados atributos eran su beldad y su capacidad de seducir mujeres. Sin embargo, a pesar de dichas características, no todas las mujeres se entregaron a sus vehementes pulsiones. Y uno de los casos más trascendentes remite al mito de Dafne, una ninfa hija del dios-río Peneo. El hijo de Zeus. Según la leyenda, la joven fue sorprendida por Apolo, quien intentó seducirla galantemente, aunque luego de las primeras negativas de Dafne, la persuasión se transformó en acoso y persecución. Así, cuando la ninfa estaba a punto de ser alcanzada por el excitado dios, rogó a su padre que la protegiera del acoso. El dios-río oyó las plegarias de su hija, que al instante sintió como su torso se transformó en tronco, sus brazos y piernas en ramas y sus dedos en hojas de laurel. Cuando Apolo la alcanzó, ya estaba abrazando a un hermoso árbol de laurel. Desde entonces, Apolo, aun enamorado de Dafne, sacó las hojas de laurel del árbol y se las colocó en su cabeza para que los dedos de la ninfa lo acariciaran cuando él lo pretendiera. De esta manera, la corona de laurel comenzó a congratular a todos los artistas y deportistas ganadores en sus disciplinas, tal como los “dedos” de Dafne mimaron a Apolo...