LEYENDAS DE GRANADA
Cuenta la leyenda que hubo una vez en granada un aguador al que conocían como Perejil, este se ganaba la vida vendiendo agua fresca con la compañía de su borrico.
Un buen día, al ir a por agua al pozo de la Alhambra se encontró con un anciano moro que parecía muy enfermo y que le pidió albergue con la promesa de una buena gratificación, perejil no pudo negar la hospitalidad a un hombre enfermo y lo condujo a su humilde hogar del Albaicin.
Esa noche la salud del anciano moro fue empeorando y al final murió no sin antes ofrecerle a perejil una caja de sándalo que llevaba entre sus ropajes.
La mujer del aguador se puso como loca al pensar que los meterían presos cuando encontraran el cadáver en su casa. Perejil optó por sacarlo de madrugada y enterrarlo en uno de los márgenes del Genil.
Pero con lo que no contaba el aguador es que Pedro, el barbero, vecino suyo no solo vió como el matrimonio entraban al moro en la casa sino que siguió a perejil hasta el río y vió como enterraba el cadáver.
Al hacerse de día, Pedro fue en busca del alcalde y le contó su versión.
Llamó, entonces, el alcance al aguador a su presencia y le ofreció un trato, le perdonaría el asesinato de ese infiel si a cambio le devolvía las joyas que le robó al moribundo... perejil juró que nada robó lo único que conservaba del moro era una caja de madera de sándalo, el alcance abrió ansioso la caja esperando encontrar algo valioso pero con gran desencanto descubrió que solo contenía una vela medio derretida y un pergamino con carácteres arábigos. El alcalde devolvió a perejil su insignificante cajita y dejó que se fuera.
Esa misma tarde, perejil, visitó a un moro, conocido suyo que vendía perfumes en el zacatin, este observó el pergamino: "este manuscrito es la fórmula para recuperar un tesoro escondido bajo un hechizo, oculto en la torre de los 7 suelos de la Alhambra, ha de ser leído a media noche a la luz de una vela preparada de un modo especial y con unos ingredientes que desconocemos"... (fue entonces cuando el aguador mostró la vela al musulmán)"mientras la vela queda encendida se abrirán los más fuertes muros, pero cuando la vela se apague desgraciado el que se quede dentro pues quedará sepultado en compañía del tesoro".
Perejil le propuso al comerciante ir esa misma noche y repartirse el tesoro.
Así fue, esa noche emprendieron el camino hacia la Alhambra, encontraron la posición exacta gracias al pergamino y a media noche encendieron la vela, el musulmán comenzó a leer el manuscrito y al momento la tierra empezó a temblar y se abrió a sus pies dejando al descubierto un tramo de escaleras que llevaban a una bóveda que contenía una montaña inmensa de joyas, oro y monedas, tomaron algunas alhajas y acordaron ir otro día conforme lo fueran necesitando.
El humilde aguador mostró las joyas y contó lo del tesoro a su mujer con tan mala fortuna que el barbero chismoso lo oyó todo y se lo contó al alcalde.
El aguador y el moro no tuvieron más remedio que llegar a un acuerdo con el barbero y el alcalde y repartir el tesoro.
Se presentaron los cuatro en la torre de los 7 suelos, perejil encendió la vela, el musulmán leyó el manuscrito y la tierra se abrió. Todos bajaron y cogieron lo que quisieron, el moro y el aguador acordaron que ya tenían suficiente y subieron a la salida pero el alcalde y el barbero no tenían suficiente y se negaban a subir.
Fue entonces cuando el moro sopló la vela y la apago, cerrándose la entrada sonoramente... perejil, sofocado, le preguntó que que había hecho?
El comerciante solo se limitó a decir: " a sido la voluntad de Alá" y diciendo esto tiró la vela al suelo y la pisó...
Cuenta la leyenda que hubo una vez en granada un aguador al que conocían como Perejil, este se ganaba la vida vendiendo agua fresca con la compañía de su borrico.
Un buen día, al ir a por agua al pozo de la Alhambra se encontró con un anciano moro que parecía muy enfermo y que le pidió albergue con la promesa de una buena gratificación, perejil no pudo negar la hospitalidad a un hombre enfermo y lo condujo a su humilde hogar del Albaicin.
Esa noche la salud del anciano moro fue empeorando y al final murió no sin antes ofrecerle a perejil una caja de sándalo que llevaba entre sus ropajes.
La mujer del aguador se puso como loca al pensar que los meterían presos cuando encontraran el cadáver en su casa. Perejil optó por sacarlo de madrugada y enterrarlo en uno de los márgenes del Genil.
Pero con lo que no contaba el aguador es que Pedro, el barbero, vecino suyo no solo vió como el matrimonio entraban al moro en la casa sino que siguió a perejil hasta el río y vió como enterraba el cadáver.
Al hacerse de día, Pedro fue en busca del alcalde y le contó su versión.
Llamó, entonces, el alcance al aguador a su presencia y le ofreció un trato, le perdonaría el asesinato de ese infiel si a cambio le devolvía las joyas que le robó al moribundo... perejil juró que nada robó lo único que conservaba del moro era una caja de madera de sándalo, el alcance abrió ansioso la caja esperando encontrar algo valioso pero con gran desencanto descubrió que solo contenía una vela medio derretida y un pergamino con carácteres arábigos. El alcalde devolvió a perejil su insignificante cajita y dejó que se fuera.
Esa misma tarde, perejil, visitó a un moro, conocido suyo que vendía perfumes en el zacatin, este observó el pergamino: "este manuscrito es la fórmula para recuperar un tesoro escondido bajo un hechizo, oculto en la torre de los 7 suelos de la Alhambra, ha de ser leído a media noche a la luz de una vela preparada de un modo especial y con unos ingredientes que desconocemos"... (fue entonces cuando el aguador mostró la vela al musulmán)"mientras la vela queda encendida se abrirán los más fuertes muros, pero cuando la vela se apague desgraciado el que se quede dentro pues quedará sepultado en compañía del tesoro".
Perejil le propuso al comerciante ir esa misma noche y repartirse el tesoro.
Así fue, esa noche emprendieron el camino hacia la Alhambra, encontraron la posición exacta gracias al pergamino y a media noche encendieron la vela, el musulmán comenzó a leer el manuscrito y al momento la tierra empezó a temblar y se abrió a sus pies dejando al descubierto un tramo de escaleras que llevaban a una bóveda que contenía una montaña inmensa de joyas, oro y monedas, tomaron algunas alhajas y acordaron ir otro día conforme lo fueran necesitando.
El humilde aguador mostró las joyas y contó lo del tesoro a su mujer con tan mala fortuna que el barbero chismoso lo oyó todo y se lo contó al alcalde.
El aguador y el moro no tuvieron más remedio que llegar a un acuerdo con el barbero y el alcalde y repartir el tesoro.
Se presentaron los cuatro en la torre de los 7 suelos, perejil encendió la vela, el musulmán leyó el manuscrito y la tierra se abrió. Todos bajaron y cogieron lo que quisieron, el moro y el aguador acordaron que ya tenían suficiente y subieron a la salida pero el alcalde y el barbero no tenían suficiente y se negaban a subir.
Fue entonces cuando el moro sopló la vela y la apago, cerrándose la entrada sonoramente... perejil, sofocado, le preguntó que que había hecho?
El comerciante solo se limitó a decir: " a sido la voluntad de Alá" y diciendo esto tiró la vela al suelo y la pisó...