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PEDRO MARTINEZ: A la sombra de una encina...

A la sombra de una encina
yo dormido me quedé
Y en mi sueño yo veía,
un rostro dulce de mujer.

Ella me miraba sonriente
y me hablaba con tenue voz,
no entendía lo que decía
pero bastaba su sonrisa,
para comprenderla yo.

Me acariciaba mis cabellos
y me tocaba con sus manos
aquellas manos tan suaves,
que de niño sintiera yo.

Sentí sus labios en mi frente
eran tan dulces y tan tiernos
como los besos de mi madre.

Se marchó sobre una nube
en una nube de algodón
yo la quise seguir,
y mi sueño se acabó.

Que triste me quedé
y desconsolado también
cuando mi sueño terminó,
mirando me quedé al Cielo
por ver si veía la nube,
que de mi sueño se escapó.

Hazme un sitio en el Cielo
madre querida
nunca te olvidó,
para cuando yo me valla,
esté para siempre contigo.

Manuel Lindez Rodríguez.