Leyendas de Granada
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, cuando en granada aún era difícil la convivencia entre moriscos y cristianos, vivía en la cuesta del chapiz una joven de tez blanca y pelo ensortijado llamada Elvira Padilla, hija de un caballero de Granada, Don Luis Padilla.
Vivían los Padilla en una hermosa casa de estilo granaino con un jardín de altos muros donde Elvira pasaba las tardes leyendo y bordando junto a la fuente que su padre le había regalado al cumplir 12 años.
Una mañana, Elvira, compañada de su aya fue a comprar unos hilos y encajes a plaza Bib rambla, al salir de la tienda sus ojos se cruzaron con la mirada de un mozo que bajaba hacia la plaza, el mozo era Gaspar de Facco hijo de un famoso mercader napolitano de sedas que había venido a Granada a hacer negocios.
Gaspar quedó paralizado por su belleza y Elvira hipnotizada por su mirada. El joven totalmente prendado preguntó a los comerciantes de la zona sobre la bella dama y así fue como averiguó de la referencia de la familia y de donde vivían.
Una mañana, por unos pocos maravedís consiguió que una moza del servicio de los Padilla llevará una carta a Elvira. La joven, abstraida, pues no podía alejar de su pensamiento a aquel mozo, estaba junto a la fuente cuando la criada le hizo la entrega de la carta, en ella le expresaba sus sentimientos y el deseo de verla, rogándole que le contestara si ella sentía lo mismo por él. La joven, sin pensar en las consecuencias le expresó sus ganas de conocerlo.
Así pasaron varios días entre cartas y suspiros hasta que Elvira decidió encontrarse con Gaspar en el jardín de su casa junto a su fuente preferida. A la noche siguiente se vieron en el jardín y ambos se confesaron su amor.
Trascurrian los días y Gaspar, viendo que se acercaba el día de volver a Italia decidió hablar con el padre de Elvira para pedirle la mano y llevársela a Nápoles.
Así pues, solicitó audiencia con Luís Padilla, cuando Gaspar le expuso sus intenciones, Don Luís, ajeno por completo al romance de su hija entró en cólera y con fuertes amenazas lo "invitó" a que abandonará la ciudad sin su hija, naturalmente, a la que castigaría por la osadía de tener encuentros con el joven a escondidas. Elvira, escuchó las voces de su padre, subió a su habitación y rápidamente empaquetó sus ropas y salió a la calle por la puerta de servicio. Gaspar sale de la casa roto de dolor y allí se encuentra con Elvira dispuesta a huir con él, deciden lo antes posible marchar a Motril donde les espera la nave que les llevará a Nápoles.
El padre de Elvira, al notar la ausencia de su hija da órdenes de apresar a los huidos y a la altura del "suspiro del moro" son alcanzados, Gaspar se resiste y lucha hasta caer herido de muerte, Elvira se arrodilla a su lado y el joven con el último aliento de vida le dice que le amará por toda la eternidad.
La joven es llevada frente a su padre, este ordena que sea recluida de por vida en el convento de las comendadoras de Santiago.
Destrozada por la muerte de su amado pide a su padre despedirse de su jardín antes de partir hacia su "cárcel". Se sentó junto a la fuente recordando todos los momentos felices que había pasado junto a ella, de pronto arranca a llorar amargamente y cae desplomada.
Cuando su madre va al jardín ve a Elvira tendida, inerte, sobre la fuente y recubierta con hermosas flores.
Actualmente esta fuente se puede visitar, se encuentra en los jardines del Palacio de los Cordova y es conocida como "La fuente de Doña Elvira" o "La fuente del Amor Eterno"
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, cuando en granada aún era difícil la convivencia entre moriscos y cristianos, vivía en la cuesta del chapiz una joven de tez blanca y pelo ensortijado llamada Elvira Padilla, hija de un caballero de Granada, Don Luis Padilla.
Vivían los Padilla en una hermosa casa de estilo granaino con un jardín de altos muros donde Elvira pasaba las tardes leyendo y bordando junto a la fuente que su padre le había regalado al cumplir 12 años.
Una mañana, Elvira, compañada de su aya fue a comprar unos hilos y encajes a plaza Bib rambla, al salir de la tienda sus ojos se cruzaron con la mirada de un mozo que bajaba hacia la plaza, el mozo era Gaspar de Facco hijo de un famoso mercader napolitano de sedas que había venido a Granada a hacer negocios.
Gaspar quedó paralizado por su belleza y Elvira hipnotizada por su mirada. El joven totalmente prendado preguntó a los comerciantes de la zona sobre la bella dama y así fue como averiguó de la referencia de la familia y de donde vivían.
Una mañana, por unos pocos maravedís consiguió que una moza del servicio de los Padilla llevará una carta a Elvira. La joven, abstraida, pues no podía alejar de su pensamiento a aquel mozo, estaba junto a la fuente cuando la criada le hizo la entrega de la carta, en ella le expresaba sus sentimientos y el deseo de verla, rogándole que le contestara si ella sentía lo mismo por él. La joven, sin pensar en las consecuencias le expresó sus ganas de conocerlo.
Así pasaron varios días entre cartas y suspiros hasta que Elvira decidió encontrarse con Gaspar en el jardín de su casa junto a su fuente preferida. A la noche siguiente se vieron en el jardín y ambos se confesaron su amor.
Trascurrian los días y Gaspar, viendo que se acercaba el día de volver a Italia decidió hablar con el padre de Elvira para pedirle la mano y llevársela a Nápoles.
Así pues, solicitó audiencia con Luís Padilla, cuando Gaspar le expuso sus intenciones, Don Luís, ajeno por completo al romance de su hija entró en cólera y con fuertes amenazas lo "invitó" a que abandonará la ciudad sin su hija, naturalmente, a la que castigaría por la osadía de tener encuentros con el joven a escondidas. Elvira, escuchó las voces de su padre, subió a su habitación y rápidamente empaquetó sus ropas y salió a la calle por la puerta de servicio. Gaspar sale de la casa roto de dolor y allí se encuentra con Elvira dispuesta a huir con él, deciden lo antes posible marchar a Motril donde les espera la nave que les llevará a Nápoles.
El padre de Elvira, al notar la ausencia de su hija da órdenes de apresar a los huidos y a la altura del "suspiro del moro" son alcanzados, Gaspar se resiste y lucha hasta caer herido de muerte, Elvira se arrodilla a su lado y el joven con el último aliento de vida le dice que le amará por toda la eternidad.
La joven es llevada frente a su padre, este ordena que sea recluida de por vida en el convento de las comendadoras de Santiago.
Destrozada por la muerte de su amado pide a su padre despedirse de su jardín antes de partir hacia su "cárcel". Se sentó junto a la fuente recordando todos los momentos felices que había pasado junto a ella, de pronto arranca a llorar amargamente y cae desplomada.
Cuando su madre va al jardín ve a Elvira tendida, inerte, sobre la fuente y recubierta con hermosas flores.
Actualmente esta fuente se puede visitar, se encuentra en los jardines del Palacio de los Cordova y es conocida como "La fuente de Doña Elvira" o "La fuente del Amor Eterno"