Con que ilusión subí
a los pies de la Morenita
a recitar le mi poesía
iba tan emocionado,
que las letras no las veía.
Me temblaba las piernas
me temblaba la voz,
en aquellos momentos
yo no podía, no debía
abandonar a mí gente.
De pronto una voz
interior me decía,
adelante, tu si puedes
abre tu corazón y
expulsa lo que tienes.
Con que fuerza y energía
pude recitar aquella poesía
fueron momentos de ímpetu
y emoción,
aquello se quedó grabado
para siempre en mi corazón.
cuando de pronto grité,
! Viva la Virgen de la Cabeza!
! viva la Madre de Dios!
Fueron vítores de alegría
y también de pasión,
la gente lloraba
de alegría y emoción.
Nunca podré olvidar
esos momentos tan bonitos,
que vivió mi corazón.
Manuel Lindez Rodríguez.
a los pies de la Morenita
a recitar le mi poesía
iba tan emocionado,
que las letras no las veía.
Me temblaba las piernas
me temblaba la voz,
en aquellos momentos
yo no podía, no debía
abandonar a mí gente.
De pronto una voz
interior me decía,
adelante, tu si puedes
abre tu corazón y
expulsa lo que tienes.
Con que fuerza y energía
pude recitar aquella poesía
fueron momentos de ímpetu
y emoción,
aquello se quedó grabado
para siempre en mi corazón.
cuando de pronto grité,
! Viva la Virgen de la Cabeza!
! viva la Madre de Dios!
Fueron vítores de alegría
y también de pasión,
la gente lloraba
de alegría y emoción.
Nunca podré olvidar
esos momentos tan bonitos,
que vivió mi corazón.
Manuel Lindez Rodríguez.