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PEDRO MARTINEZ: LEYENDAS DE GRANADA...

LEYENDAS DE GRANADA

¡LA 2DA, Y ÚLTIMA PARTE DE LA LEYENDA DE UN "VELERO"!

.... el perrito comenzó a dar muestras de alegría al ver a la señora, ya que perrito le había sido robado a esta días antes por "unos pequeños aprendices de gamberros".
Cuando el maestro le explica a la señora las "peripecias pasadas con su perrito", la señora, con lágrimas en los ojos, le ofreció al velero unas monedas, que por supuesto el maestro, y a pesar de su situación, no aceptó, y cuando, tras devolver el perrito a su legítima dueña y muy a su pesar, ya que el velero se había encariñado con el, se dió la vuelta para marcharse, en ese momento, la señora detuvo su marcha y se interesó preguntándole, ¿que hacía y donde vivía?.
Tras explicarle el maestro a la señora su situación, la señora le preguntó, ¿quiere usted trabajar cuidando del jardín de mi casa?, allí tendrá vivienda y comida todos los días en su mesa.
El maestro velero, que vió que allí podría encontrar la redención de su hasta entonces "lugrube" trabajo, aceptó encantado.
Al día siguiente, ya estaba el maestro cuidando los bellos rosales y demás plantas del jardín de una de esas "mansiones" que había antiguamente en la Calle Recogidas.
Cuando además, la señora se enteró de que el maestro sabía leer en latín la Santa Misa, a ella que siempre le gustó mucho leer, pero que en la actualidad ya no tenía muy buena vista, y desde que murió su esposo, hacía ya varios años, no podía disfrutar de la lectura de un buen libro o de las obras piadosas de algún santo, ya que también era muy católica, le pidió al maestro que cada tarde subiera a su gabinete a la hora de la merienda y le leyera algo.
Así, poco a poco, la presencia del maestro, fue ganándose el cariño de la señora, que agradecida, le compraba ropa, calzado, ect.
Un buen día, durante una Navidad, donde la señora invitaba además a su mesa a toda la servidumbre, y tras disfrutar de una buena cena, la señora, aunque "un poco de "rubor", le propuso algo;
" ¡señor gandul!" le dijo,
¿quiere usted casarse conmigo?
al "señor gandul" se le atragantó en la garganta el polvorón que en ese momento se estaba comiendo, y apenas con un hilo de voz, asintió con la cabeza, mientras todo el servicio, criadas, mayordomo etc, aplaudían y les felicitaban.
Dicen que fueron muy felices y como no, comieron perdices. FIN.