LEYENDAS GRANAINAS.
Él Carretero.
1ra. Parte.
"El Callejón de las Moscas"
Buenas tardes amigos, nos consolaremos con una leyenda, espero que esta, no moleste a nadie.
Cuenta la leyenda, que en este corto y estecho callejón allá por el año 1910 del pasado siglo, Paquito el "el carretero", un solteron y pobre hombre, que era propietario una carreteria en el pequeño patio del bajo donde vivía en el "Callejón de las Moscas", aunque en realidad, trabajaba más fuera en la propia calle, que en el taller, debido a la falta de espacio de éste.
Cuando Paquito tenía que cambiar los aros de hierro de las ruedas de las carretas, necesitaba que éstos estuvieran al rojo vivo para que éstos pudieran quedar bien ajustados al aro de madera de la rueda.
Nuestro protagonista, no se cortaba ni un pelo, y con la mayor naturalidad, hacia una hoguera en medio de la acera de San Idelfonso, y acompañado de un pequeño fuelle, comenzaba a calentar el frío hierro, eso si, siempre rodeado de curiosos "chaveas".
Paquito tenía a un ayudante para ayudarle en estas tareas, más duras y complicadas para hacerlas el solo, así que, el ayudante, cuando el aro ya estaba a punto, y con la ayuda de unas grandes tenazas, conseguían que aquel círculo quedara bien abrazado a la rueda del carro, e inmediatamente con unos grandes martillos llamados "marros" lo golpeaban hasta que éste quedaba bien ajustado, y todo ello, en aquel improvisado taller callejero.
Un día festivo, (aunque para Paquito eran féstivos casi todos los días del año, pues no le gustaba demasiado trabajar) estando éste echando una siesta en su pequeño pero fresco patio, sintió un gran estruendo en una de las paredes, la que estaba orientada hacia la Cuesta de San Cristóbal, entonces Paquito, que sería muchas cosas, pero no miedoso, no dudó en acercarse el oído a la pared, y cuál sería su sorpresa al ver que por ella, apareció de pronto...
Fin de la 1ra. Parte,
Él Carretero.
1ra. Parte.
"El Callejón de las Moscas"
Buenas tardes amigos, nos consolaremos con una leyenda, espero que esta, no moleste a nadie.
Cuenta la leyenda, que en este corto y estecho callejón allá por el año 1910 del pasado siglo, Paquito el "el carretero", un solteron y pobre hombre, que era propietario una carreteria en el pequeño patio del bajo donde vivía en el "Callejón de las Moscas", aunque en realidad, trabajaba más fuera en la propia calle, que en el taller, debido a la falta de espacio de éste.
Cuando Paquito tenía que cambiar los aros de hierro de las ruedas de las carretas, necesitaba que éstos estuvieran al rojo vivo para que éstos pudieran quedar bien ajustados al aro de madera de la rueda.
Nuestro protagonista, no se cortaba ni un pelo, y con la mayor naturalidad, hacia una hoguera en medio de la acera de San Idelfonso, y acompañado de un pequeño fuelle, comenzaba a calentar el frío hierro, eso si, siempre rodeado de curiosos "chaveas".
Paquito tenía a un ayudante para ayudarle en estas tareas, más duras y complicadas para hacerlas el solo, así que, el ayudante, cuando el aro ya estaba a punto, y con la ayuda de unas grandes tenazas, conseguían que aquel círculo quedara bien abrazado a la rueda del carro, e inmediatamente con unos grandes martillos llamados "marros" lo golpeaban hasta que éste quedaba bien ajustado, y todo ello, en aquel improvisado taller callejero.
Un día festivo, (aunque para Paquito eran féstivos casi todos los días del año, pues no le gustaba demasiado trabajar) estando éste echando una siesta en su pequeño pero fresco patio, sintió un gran estruendo en una de las paredes, la que estaba orientada hacia la Cuesta de San Cristóbal, entonces Paquito, que sería muchas cosas, pero no miedoso, no dudó en acercarse el oído a la pared, y cuál sería su sorpresa al ver que por ella, apareció de pronto...
Fin de la 1ra. Parte,