Luz ahora: 0,14026 €/kWh

PEDRO MARTINEZ: LEYENDAS GRANAINAS....

LEYENDAS GRANAINAS.

Las apariciónes del Sácromonte.
1ra. Parte.

"Los seis frailes"

Cuenta la leyenda, que en las cuevas del Sácromonte hacia finales de siglo XVI, unas extrañas apariciónes tenían conmocionados a todos sus habitantes.
Estas apariciónes, se sucedían sobre todo por la noche en el descampado que hay a los pies del Cerro de San Miguel, ya que entonces aún no había nada edificado en aquel lugar.
Al pasar por allí, los vecinos, no podía evitar sentir un escalofrío, pues se comentaba que aquel llano, se oían unos intrigantes ruidos de cadenas que se arrastraban, extraños golpes y fuertes lamentos, algo así, como si se estuviera torturando a alguien.
Una tarde, tras la puesta de sol, hicieron su aparición por el lugar seis frailes, éstos, llebavan totalmente cubiertos sus rostros por capuchas y amparados por la penumbra del atardecer, comenzaron a cavar en la tierra, sobre una marca roja que había sido pintada con anterioridad, cerca de la colina que había a la izquierda del descampado,
y cuando ya la oscuridad de la noche les impedía ver, encendieron unas antorchas para iluminar el lugar.
Los supersticiosos habitantes del Sácromonte, que oían ruidos y luces que se movían en la oscuridad, en un lugar en el que no vivía nadie, y creyendo que se trataba de "almas en pena", se encerraron en sus curvas, callados y muertos de miedo.
Al amanecer del siguiente día, unos pastores que llevaban al monte a sus cabras y ovejas, se tropezaron asombrados con el enorme agujero, que los seis monjes habían excavado, y aun con mucho temor, uno de los pastores se asomó al borde...

Fin de la primera parte.

LEYENDAS GRANAINAS.

Las apariciónes del Sácromonte.
2da. y última parte.

"Perdón y Castigo"

Buenos días amigos, feliz Jueves.
... se asomó al borde descubriendo que éste estaba vacío.
A la noche siguiente, el número de frailes se incrementó e Iban liderados por un monje alto y delgado que no dejaba mostrar su cara, (apodado, el diablo) y comenzaron a cavar de nuevo, solo que esta vez en la parte derecha de la colina, que igualmente estaba señalada con otra marca roja.
Amaneciendo el día, ya habían desaparecido de nuevo los frailes, y este último agujero, estaba ya muy cerca del la rivera del Río Darro, según contó otro pastor, al cual se le cayó un borreguillo al fondo del hoyo, y que aterrorizado se fue con el resto del ganado dejándolo abandonado a su suerte.
Ya, a la tercera noche, un grupo aún más numeroso de frailes, al menos eran unos veinte, en esta ocasión, llebavan con ellos una cuerda, cinturones y varios mulos de carga, y
durante toda la noche, estuvieron subiendo cofres de hierro y cargandolos a lomo de los mulos.

Al amanecer, había desaparecido todo rastro de frailes y mulos, se fueron, dejando allí aquel enorme agujero que parecía llegar hasta el mismísimo infierno.
No se supo más de los frailes, hasta un mes después, que una noticia se extendió por toda Granada;
"quince frailes fueron ahorcados en Plaza Nueva, acusados de haber "vendido su alma al diablo" a cambio, de que éste, les guiara hasta un tesoro escondido bajo tierra cerca del Río Darro.
Más tarde, se supo que al ya desaparecido Convento de los Abades, había llegado un anciano pidiendo ser escuchado bajo confesión, en la cual, el anciano le contó al abad del convento, que un gran tesoro se escondía encima de las cuevas del Sácromonte, pero que este, solo podría ser sacado de su escondite, "trabajando de noche" y que el tesoro estaba maldito, y solo podría ser empleado en hacer buenas obras.
De esta forma, aquellos frailes envilecidos por la codicia y que pensaban ser ricos y abandonar sus hábitos, cayó sobre ellos la maldición, ya que el Santo Oficio los detuvo, y ante las torturas a que los sometió la Santa Inquisición, confesaron haber violado el secreto de confesión y de pactar con el diablo para encontrar el tesoro.
Y el juez les dio una buena y mala noticia, la mala, es que les "condenaba a muerte" por brujería, la buena, que le serían "perdonados todos sus pecados"
Cuenta la leyenda, que poco tiempo después, con aquel tesoro, se construyó la Abadía del Sácromonte.