TERCERA PARTE! LEYENDAS GRANAINAS. La casa del viejo capitán.
"Los fantasmas"
... Acababa de sentir un golpe en el corredor... conteniendo hasta la respiración, oí, clara y distintamente, unos pasos que se acercanban, siguieron por la sala y se perdieron por la escalera... un sudor frio recorrió mi cuerpo e inundó mi rostro y, antes de dar tiempo a reponerme y llamar a los corchetes, volví a oír los pasos subir por la escalera, haciéndola temblar, pasar al corredor y entrar en la sala... no había duda de que era un ser invisible, puesto que no necesitó abrir para entrar, pero, mi terror llegó al límite, cuando oí los pasos penetrar el la alcoba, y, al débil rayo de luna que entraba por la rendija del balcón, deslumbró mis ojos una figura blanca y transparente... quise gritar y preguntarle quien era y que quería, más mi lengua se enmudeció y perdí el conocimiento, pues no recuerdo nada más hasta que llegasteis a por mi...
Cuando terminó el relato el alguacil Corchuelos, gotas de sudor hunedecian sus sienes, y en su semblante se reflejaba la palidez de la muerte.
Después del testimonio dado por corchuelos, no quedó duda de que un gran misterio acechaba la casa del viejo capitán, y a tal extremo llegó este asunto que, enterados los familiares del Santo Oficio con la astucia que les carecterizaba, acordaron dar una abatida en determinada noche, y averiguar que de cierto hubiese.
La campana mayor de la Colegiata del Salvador taño a las animas, ante la fachada de una casona, en cuya hornacina se adivina la faz de un Cristo, un farol agonizante apenas producía un punto de luz, balanceandose de un lado al otro por el viento que silbaba entre las viejas murallas de la Cadíma, a ese mismo tiempo abrióse, silenciosamente la puerta de la casona, y entre las sombras aparecieron hasta trece bultos negros, algunos de los cuales, y a impulsos del aire, dejaban asomar entre los pliegues de la capa, una linterna...
"Los fantasmas"
... Acababa de sentir un golpe en el corredor... conteniendo hasta la respiración, oí, clara y distintamente, unos pasos que se acercanban, siguieron por la sala y se perdieron por la escalera... un sudor frio recorrió mi cuerpo e inundó mi rostro y, antes de dar tiempo a reponerme y llamar a los corchetes, volví a oír los pasos subir por la escalera, haciéndola temblar, pasar al corredor y entrar en la sala... no había duda de que era un ser invisible, puesto que no necesitó abrir para entrar, pero, mi terror llegó al límite, cuando oí los pasos penetrar el la alcoba, y, al débil rayo de luna que entraba por la rendija del balcón, deslumbró mis ojos una figura blanca y transparente... quise gritar y preguntarle quien era y que quería, más mi lengua se enmudeció y perdí el conocimiento, pues no recuerdo nada más hasta que llegasteis a por mi...
Cuando terminó el relato el alguacil Corchuelos, gotas de sudor hunedecian sus sienes, y en su semblante se reflejaba la palidez de la muerte.
Después del testimonio dado por corchuelos, no quedó duda de que un gran misterio acechaba la casa del viejo capitán, y a tal extremo llegó este asunto que, enterados los familiares del Santo Oficio con la astucia que les carecterizaba, acordaron dar una abatida en determinada noche, y averiguar que de cierto hubiese.
La campana mayor de la Colegiata del Salvador taño a las animas, ante la fachada de una casona, en cuya hornacina se adivina la faz de un Cristo, un farol agonizante apenas producía un punto de luz, balanceandose de un lado al otro por el viento que silbaba entre las viejas murallas de la Cadíma, a ese mismo tiempo abrióse, silenciosamente la puerta de la casona, y entre las sombras aparecieron hasta trece bultos negros, algunos de los cuales, y a impulsos del aire, dejaban asomar entre los pliegues de la capa, una linterna...