Las Brujas
En la antigüedad eran las encargadas de preservar, proteger y transmitir sus conocimientos y sabiduría de generación en generación.
Mantenían una profunda relación con la Madre Tierra, los elementos, elementales y demás seres vivos. Aprendían también mediante observación, lo que las hizo expertas en botánica, minerales y animales.
Ellas sabían las propiedades y bondades de cada planta, cada piedra, cada alimento. Las madres de los remedios caseros, eran extraordinarias parteras, astrólogas, astrónomas, meteorólogas, cocineras, alquimistas, poetas, agricultoras, jardineras, herboristas, cuidadoras, acompañantes, sanadoras y amantes.
Encantadoras, cautivadoras, inteligentes y por tanto amenazantes. Conectadas con su intuición y su magia; con su sensualidad y su ciclicidad; esa que les enseñó la luna y que encontraron también en la tierra, para hacerse una con ellas.
Poderosas, dueñas de sí mismas, capaces de recorrer sus más profundas sombras, para transformarlas en medicina y ofrendarla al mundo.
Conocedoras de la importancia del equilibrio vital entre el femenino y masculino de todas las cosas, para lograr armonía, para que la vida pase.
Capaces de gestar y crear desde su caldero; el útero, fuente de su magia y poder personal; donde cocinaban, sazonaban y daban vida a todos sus anhelos.
Amantes de la soledad, esa que les permitía conectarse con todo a su paso; esa que les permitía caminar desde la mujer sabia y salvaje, que les regalaba el más valioso de todos los conocimientos: el propio. Pero también leales integrantes del aquelarre; guardianas de la sororidad, pues sabían que las mujeres unidas, son más fuertes.
La realidad es que las sabias, las brujas, no hacían más que amar todo a su alrededor, amarlo tanto que podían entenderlo, podían sentirlo y conectarse. Es por ello que la palabra Bruja, realmente significa Mujer Sabia.
En la antigüedad eran las encargadas de preservar, proteger y transmitir sus conocimientos y sabiduría de generación en generación.
Mantenían una profunda relación con la Madre Tierra, los elementos, elementales y demás seres vivos. Aprendían también mediante observación, lo que las hizo expertas en botánica, minerales y animales.
Ellas sabían las propiedades y bondades de cada planta, cada piedra, cada alimento. Las madres de los remedios caseros, eran extraordinarias parteras, astrólogas, astrónomas, meteorólogas, cocineras, alquimistas, poetas, agricultoras, jardineras, herboristas, cuidadoras, acompañantes, sanadoras y amantes.
Encantadoras, cautivadoras, inteligentes y por tanto amenazantes. Conectadas con su intuición y su magia; con su sensualidad y su ciclicidad; esa que les enseñó la luna y que encontraron también en la tierra, para hacerse una con ellas.
Poderosas, dueñas de sí mismas, capaces de recorrer sus más profundas sombras, para transformarlas en medicina y ofrendarla al mundo.
Conocedoras de la importancia del equilibrio vital entre el femenino y masculino de todas las cosas, para lograr armonía, para que la vida pase.
Capaces de gestar y crear desde su caldero; el útero, fuente de su magia y poder personal; donde cocinaban, sazonaban y daban vida a todos sus anhelos.
Amantes de la soledad, esa que les permitía conectarse con todo a su paso; esa que les permitía caminar desde la mujer sabia y salvaje, que les regalaba el más valioso de todos los conocimientos: el propio. Pero también leales integrantes del aquelarre; guardianas de la sororidad, pues sabían que las mujeres unidas, son más fuertes.
La realidad es que las sabias, las brujas, no hacían más que amar todo a su alrededor, amarlo tanto que podían entenderlo, podían sentirlo y conectarse. Es por ello que la palabra Bruja, realmente significa Mujer Sabia.