Leyendas e Historias de mi Albaicin
Esta leyenda comienza hace mucho tiempo, mucho antes de que existiera la Alhambra. Había un Rey moro que vivía en un fabuloso palacio construido en la colina de Albaicin con grandes y sustuosas estancias bellamente ornamentales y espaciosos jardines con agradables fuentes y exuberante vegetación. El rey Badis fue el que mandó construir este complejo palaciego y el que gobernaba granada en esa época, este hombre no vivía tranquilo, siempre en un estado continuo de alarma y vigilancia pensando que sus numerosos enemigos lo atacarían para arrebatarle su reino.
Un día el rey conoció a un viejo sabio astrólogo que vino de tierras lejanas y en poco tiempo se convirtió en su íntimo consejero, fue a él al que le confesó ese miedo obsesivo y enfermizo que le consumía, el sabio entonces, mandó construir una torre en la parte más elevada del palacio real que se alzaba sobre la cumbre de la colina del Albaicin, lo más alto de la torre se coronó con una veleta o "gallo de viento", esta era una figura de bronce de un jinete moro a caballo con escudo y lanza perpendicular señalando al frente. El sabio astrólogo le comentó al rey que no era una simple veleta, era un talismán. La magia radicaba en que si algún enemigo se aproximaba la figura giraría apuntando en la dirección por la que avanzaba el enemigo, así podría anticiparse al posible ataque sorpresa. El sabio también le advirtió si, por algún motivo "el gallo del viento" caía de la torre eso sería preludio de que sobrevendría una calamidad que destruiría al palacio y a su dueño.
Los siglos pasaron, y sucesivas dinastías del rey Badis vivieron en este palacio, conocedores todos de la magia del talismán del jinete de bronce, con el tiempo el palacio fue perdiendo plenitud e importancia, sobre todo a partir de la construcción de la Alhambra pero una cosa no cambiaba, la eficacia del talismán, que siempre cumplía con su misión de advertir a su amo de la proximidad del enemigo.
Cierto día, durante el reinado ya de Muley Abul Hassan una fuerte tormenta azotó Granada, ocasionando muchos destrozos en la ciudad. Cuando escampó, el rey descubrió que la veleta había sido arrancada por el viento, después de décadas y décadas el talismán no estaba coronando la torre! "El reino está condenado" pensó Muley hassan.
Efectivamente, fue aquello un preludio de la guerra que concluyó con la caida del reino musulmán de Granada.
Actualmente no queda nada de ese suntuoso palacio, solo un gran solar cuyos muros conforman un estrecho callejon que desembocan en la plaza de San Miguel bajo, este callejón recibe el nombre de Callejón del gallo rememorando el mágico talismán de aquel gran palacio zirí.
Cuentos de la Alhambra (W. Irving)
Esta leyenda comienza hace mucho tiempo, mucho antes de que existiera la Alhambra. Había un Rey moro que vivía en un fabuloso palacio construido en la colina de Albaicin con grandes y sustuosas estancias bellamente ornamentales y espaciosos jardines con agradables fuentes y exuberante vegetación. El rey Badis fue el que mandó construir este complejo palaciego y el que gobernaba granada en esa época, este hombre no vivía tranquilo, siempre en un estado continuo de alarma y vigilancia pensando que sus numerosos enemigos lo atacarían para arrebatarle su reino.
Un día el rey conoció a un viejo sabio astrólogo que vino de tierras lejanas y en poco tiempo se convirtió en su íntimo consejero, fue a él al que le confesó ese miedo obsesivo y enfermizo que le consumía, el sabio entonces, mandó construir una torre en la parte más elevada del palacio real que se alzaba sobre la cumbre de la colina del Albaicin, lo más alto de la torre se coronó con una veleta o "gallo de viento", esta era una figura de bronce de un jinete moro a caballo con escudo y lanza perpendicular señalando al frente. El sabio astrólogo le comentó al rey que no era una simple veleta, era un talismán. La magia radicaba en que si algún enemigo se aproximaba la figura giraría apuntando en la dirección por la que avanzaba el enemigo, así podría anticiparse al posible ataque sorpresa. El sabio también le advirtió si, por algún motivo "el gallo del viento" caía de la torre eso sería preludio de que sobrevendría una calamidad que destruiría al palacio y a su dueño.
Los siglos pasaron, y sucesivas dinastías del rey Badis vivieron en este palacio, conocedores todos de la magia del talismán del jinete de bronce, con el tiempo el palacio fue perdiendo plenitud e importancia, sobre todo a partir de la construcción de la Alhambra pero una cosa no cambiaba, la eficacia del talismán, que siempre cumplía con su misión de advertir a su amo de la proximidad del enemigo.
Cierto día, durante el reinado ya de Muley Abul Hassan una fuerte tormenta azotó Granada, ocasionando muchos destrozos en la ciudad. Cuando escampó, el rey descubrió que la veleta había sido arrancada por el viento, después de décadas y décadas el talismán no estaba coronando la torre! "El reino está condenado" pensó Muley hassan.
Efectivamente, fue aquello un preludio de la guerra que concluyó con la caida del reino musulmán de Granada.
Actualmente no queda nada de ese suntuoso palacio, solo un gran solar cuyos muros conforman un estrecho callejon que desembocan en la plaza de San Miguel bajo, este callejón recibe el nombre de Callejón del gallo rememorando el mágico talismán de aquel gran palacio zirí.
Cuentos de la Alhambra (W. Irving)