Ofertas de luz y gas

PEDRO MARTINEZ: RAMO DE FLORES LAVANDA...

RAMO DE FLORES LAVANDA

Subió desde el arroyo, cruzó por entre los árboles, atravesó la sombra de estos árboles y en el pequeño rellano, se paró. En la plataforma del terreno en forma de repisa y frente a ellos. Lo estaban esperando y ella, una joven de tez fina y cara algo redonda, mostraba en sus manos el tupido ramo de florecillas violetas. Todo el airecillo de la mañana se apreciaba cargado del perfume de estas florecillas.

Desde el rellano, frente ellos y parado, los saludó y les dijo:
- Me marcho ahora mismo.
Todos lo miraron y ninguno dijo nada.
- Pero antes de irme quiero daros las gracias.
- ¿Gracias porque?
Preguntó uno del grupo. Dijo él:
- En todo el tiempo que he estado con vosotros, ni siquiera una mala palabra contra otro, he oído. Tampoco vi en ninguno de vosotros ni reproches ni comportamientos humillantes. Vuestra forma de comportaros entre sí, me llena de orgullo y admiración.

Nadie dijo nada pero sí la joven se adelantó, se acercó a él, le ofreció el fresco y tupido ramos de flores de lavanda al tiempo que le decía:
- Para que nos recuerdes y te lleves contigo el perfume de estas montañas.
Aceptó él este ramo, dio media vuelta y se preparaba para caminar y alejarse cuando oyó que otro del grupo dijo:
- Déjanos, a cambio de nuestro respeto hacia ti y este ramo de flores de lavanda, unas últimas palabras tuyas.
Alzó él con solemnidad, el ramo de flores de espliego y con respeto dijo:
- Vosotros, estas montañas, la naturaleza, el mundo en general y todos los humanos, seréis y serán mejores cada día con el buen comportamiento, palabras y acciones que salen de vuestros corazones. El camino correcto hacia la felicidad real y la plenitud de las personas y creación. Vuestras nobles palabras y respetuosas acciones, crean belleza, llenan de paz y logran que todo cuanto nos rodea y compartimos sea bueno y puro. Es de este modo como se construye el maravilloso mundo que todos los humanos soñamos.

Nada más dijo, caminó alejándose atravesando la sombra de los árboles portando en sus manos el ramo de flores de lavanda. El airecillo fresco de la mañana, se llevaba y esparcía este perfume.