PAZ, HAMBRE, CARTILLAS DE RACIONAMIENTO Y CARLOS GARDEL PARA OLVIDARLO TODO
(Artículo: Amanda Martínez. “IDEAL”. 13/07/1963)
En primavera había llegado la paz de una Guerra Civil que dejó a un país exhausto. Llegaron los ‘años del hambre’. Ese dolor que se agarraba al estómago puso nombre a la difícil postguerra, un dolor que quienes lo vivieron recordarían el resto de su vida. La escasez de alimentos obligó a implantar el racionamiento y se asignó a cada español una ración de artículos de primera necesidad. La mayoría de los ciudadanos sobrevivía gracias a la beneficencia mientras los comedores del Auxilio Social acogían a cientos de miles de familias cada día.
A pesar de esto, la gente quería volver a la normalidad, lo necesitaba y lo intentaron en la penumbra de una sala de cine, el entretenimiento de la sociedad herida. Precedidos por el ‘noticiario Fox’, con imágenes que anunciaban otra guerra que no tardaría en llegar, Carlos Gardel o Fred Astaire hacían soñar a los españoles en las butacas de las grandes salas que ofrecían sesiones ininterrumpidas desde las cuatro de la tarde hasta la madrugada. Cuando aún se oía el eco de los himnos de los combatientes, Imperio Argentina puso el estribillo a los años que les había tocado vivir a esa generación: «El día que nací yo / qué planeta reinaría / Por donde quiera que voy / qué mala estrella me guía».
En aquel 1939 lo que más se acercaba a la idea de unas vacaciones fueron los campamentos de la OJE y la Sección Femenina de Falange, instrumentos de propaganda franquista y adoctrinamiento que permitieron a los jóvenes disfrutar de unos días en el campo o en la playa con abundante comida.
(Artículo: Amanda Martínez. “IDEAL”. 13/07/1963)
En primavera había llegado la paz de una Guerra Civil que dejó a un país exhausto. Llegaron los ‘años del hambre’. Ese dolor que se agarraba al estómago puso nombre a la difícil postguerra, un dolor que quienes lo vivieron recordarían el resto de su vida. La escasez de alimentos obligó a implantar el racionamiento y se asignó a cada español una ración de artículos de primera necesidad. La mayoría de los ciudadanos sobrevivía gracias a la beneficencia mientras los comedores del Auxilio Social acogían a cientos de miles de familias cada día.
A pesar de esto, la gente quería volver a la normalidad, lo necesitaba y lo intentaron en la penumbra de una sala de cine, el entretenimiento de la sociedad herida. Precedidos por el ‘noticiario Fox’, con imágenes que anunciaban otra guerra que no tardaría en llegar, Carlos Gardel o Fred Astaire hacían soñar a los españoles en las butacas de las grandes salas que ofrecían sesiones ininterrumpidas desde las cuatro de la tarde hasta la madrugada. Cuando aún se oía el eco de los himnos de los combatientes, Imperio Argentina puso el estribillo a los años que les había tocado vivir a esa generación: «El día que nací yo / qué planeta reinaría / Por donde quiera que voy / qué mala estrella me guía».
En aquel 1939 lo que más se acercaba a la idea de unas vacaciones fueron los campamentos de la OJE y la Sección Femenina de Falange, instrumentos de propaganda franquista y adoctrinamiento que permitieron a los jóvenes disfrutar de unos días en el campo o en la playa con abundante comida.