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PEDRO MARTINEZ: 25 De Enero de 1938. La noche dek fin dek mundo sobre...

25 De Enero de 1938. La noche dek fin dek mundo sobre Granada

En un invierno durísimo, en plena guerra civil, al caer la noche, el cielo se abrió y se tiñó de rojo en Granada. Parecía el fin del mundo merecido. El investigador Gabriel Pozo Felguera recuerda este dramático episodio que probablemente desconozcas y te desvela qué ocurrió. Un espléndido reportaje, imprescindible

▪️ Una aurora boreal sembró el pánico y llenó las iglesias de llantos y rogativas: se pensó que el cielo se llenaba de sangre de los muertos en la guerra civil

Tarde-noche del 25 de enero de 1938. Plena guerra civil en Granada. No había programados fusilamientos de rojos en las tapias del cementerio. Hacía un frío intensísimo; media provincia estaba nevada. La actividad en el frente de guerra estaba casi paralizada por las tremendas heladas. La población se arremolinaba en torno a los aparatos de radio para escuchar las arengas y amenazas del general Queipo de Llano desde Radio Sevilla. Pero tampoco aquella noche se pudieron captar las ondas radiofónicas con nitidez. ¿Qué estaba pasando? El sol se había puesto horas antes, pero las calles se iluminaron de pronto, como si fuese de día. Era una luz intensa y roja. Los granadinos, asustados, salieron a calles y plazas a mirar al cielo. “El cielo está ardiendo, es el fin del Mundo”, gritaban algunos. Pero no, no ardía el cielo, era la aurora boreal nunca vista por estas tierras.

La aurora boreal del 25 de enero de 1938 ha sido la más intensa y de mayor duración de las que se tiene noticias en la zona sur de Europa. De hecho, este raro meteoro se repite una o dos veces por siglo, a lo sumo. Llegó a verse hasta el la zona del norte de África. En las ciudades cundió el miedo; la gente, una vez pasado el asombro, se encerró en sus casas a esperar acontecimientos. El miedo se adueñó de las familias. Varias parroquias volvieron a abrir sus puertas y los curas comenzaron a rezar rosarios encadenados; les dio tiempo a hacerlo muchas veces pues la duración del cielo ensangrentado se prolongó desde las 20,30 hasta las 2 de la mañana, aproximadamente. Todo era ignorancia y conjeturas. Granada, y España, habían descendido a la oscuridad de la Edad Media. La culpa la tenía una guerra civil que ya se prolongaba más de año y medio. En el caso de Granada, ya iban varios miles de fusilados en las tapias del cementerio.

En los pueblos, la situación fue más complicada. Muchas familias se echaron al campo, empezaron los gritos de terror. Aquel cielo rojo, grana en algunos momentos, que se transformaba en tonos verdosos en ocasiones, fue interpretado como teñido por la mucha sangre derramada por los bandos de la contienda. Un verdadero castigo de Dios por los pecados que estaban cometiendo los españoles. También se comentaba que era el reflejo de un gran incendio que estaba quemando toda España sin remedio, de Norte a Sur. Había sido prendido por los rojos y no pararía hasta acabar con todos, hasta que las llamas llegaran al mar.

En el pueblo de mis ancestros, al Norte de Granada, unos mozos se subieron al monte San Cristóbal, el más alto, a ver si veían avanzar las llamas. Pero no. Ya de madrugada, en el Pozo de la Alegría (¡qué paradoja!) encontraron ahogado a Silverio el Pitodoble. Un rato antes había dicho que a él no lo aniquilaba Dios con su llama celestial, que se mataba solo. Y lo cumplió.

Hubo multitud de anécdotas en Granada, Andalucía, España y Europa. Las fueron conociendo a medida que avanzaron los días. Pero aquella tarde-noche del 25 de enero de 1938 debió ser terrible para la oscura e ignorante sociedad española. Sin conocimientos ni medios de comunicación que les pudieran explicar lo que ocurría. Mi padre -91 años- recuerda que mi abuela no paró de llorar durante varias semanas, hasta que recibió carta de sus dos hijos soldados desde el frente de Guadalajara. La sangre que vio en el cielo no era de ellos. Nunca entendió qué era una aurora boreal.

La contienda estaba casi en tablas. La República se aprestaba a iniciar la batalla de Teruel, en manos de los sublevados. Granada estaba partida por un frente de Sur a Norte, estabilizado desde muchos meses atrás. Granada era capital nacional, Baza de los republicanos. Las noticias llegaban a cuentagotas a través de Radio Sevilla, pero aquellos días de potente actividad solar las radios no conseguían sintonizar las ondas. El frío era intensísimo, media Andalucía estaba nevada; la temperatura media en el invierno de 1938 cayó un grado.