Una vez me dijeron que cuando gritamos usamos trece músculos, y cuando andamos en bicicleta solo nueve.
Al parecer, dicen que cuando besamos a alguien se mueven treinta y cuatro músculos. Y ni siquiera nos damos cuenta.
Aquel sabio me dijo que cuando más se mueven es cuando lloramos, nada más y nada menos que setenta y dos músculos. Imaginaos el esfuerzo tan grande que hay que hacer cada vez que soltamos una lágrima. Ni siquiera me acuerdo cuántos me dijo que usábamos cada vez que corríamos.
Pero, amigo, lo que sí me acuerdo es cuántos se necesitaban para sonreír. Tan sólo doce, me dijo. ¿No crees que merece la pena intentarlo?"
Al parecer, dicen que cuando besamos a alguien se mueven treinta y cuatro músculos. Y ni siquiera nos damos cuenta.
Aquel sabio me dijo que cuando más se mueven es cuando lloramos, nada más y nada menos que setenta y dos músculos. Imaginaos el esfuerzo tan grande que hay que hacer cada vez que soltamos una lágrima. Ni siquiera me acuerdo cuántos me dijo que usábamos cada vez que corríamos.
Pero, amigo, lo que sí me acuerdo es cuántos se necesitaban para sonreír. Tan sólo doce, me dijo. ¿No crees que merece la pena intentarlo?"