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PEDRO MARTINEZ: Esta poesia me encanta, y tene muchas y todas preciosa,...

LA COLADA EN POZO BAJO
(La piedra en que mi madre lavaba y tantas otras mujeres como ella)
Pues para todas si excepción estos versos.

Tan pronto el sol esparcía
su fulgor desde el Mencal
mi madre, firme, cabal,
el recorrido emprendía

hacia el Pozo Bajo rudo,
hacia la quebrada hosca,
hacia la depresión tosca
de la lavandera feudo.

La ropa llevaba en líos,
los jabones, en cubeta;
en su alma, templada, prieta,
¡ánimo en tiempos impíos!

El ritual de la colada,
metódico, daba inicio
recurriendo al artificio
de una piedra mal labrada.

Erase una piedra-losa
de estructura irregular,
una piedra singular
con textura muy rugosa.

De rodillas, cual se adora
a una deidad ante el altar,
la acción era del lavar
penitencia extenuadora:

Agua congelada; impío,
cruel invierno lacerante,
o un sol tórrido abrasante
del impenitente estío.

Rompía el cristal del agua
hasta el tétano aterida
o ardía y era abatida
por un sol candente de fragua.

La embarazosa tarea
sus manos entumecía,
o todo su ser ardía
con el ardor de la tea.

Usando más de los puños
que del escaso jabón
bregaba a todo pulmón
sin reparar en rasguños.

También le mordía el viento
la lluvia le sorprendía
y el trueno a su ser traía
temor, horror, tormento...

¡Lavado tirano aquel!
golpe a golpe, restregando,
la piedra le iba arrancando
los átomos de su piel...

Voy a cavar en el hondo
del Pozo Bajo inmortal
y su lecho de cristal
voy a horadar hasta el fondo.

Voy a remover el mundo
de la antigua depresión,
otear voy cada rincón
hasta el rincón más profundo

Ahí, en la piedra lisa,
junto a la Fuente de Magras;
ahí, do saltan las cabras
y la zorra suelo pisa...

Ahí, junto a la flor
en corimbo del majuelo,
do lanza sus trinos al cielo
el cuitado ruiseñor...

ahí, donde el junco encaña;
ahi, donde el berro crece;
ahí, donde el timo florece,
donde el mastranzo se baña...

Ahí, en el ecosistema
de la aulaga siempre viva,
de la stipa siempre altiva,
voy a trazar yo mi esquema

Ahí, yo, voy a cavar
con la ilusión encendida,
con el alma enardecida
voy a buscar y buscar...

Ahí, presa en las arenas
minúsculas del riachuelo,
sepultada en el subsuelo
o esclava de mil cadenas

yace la piedra - ¡dormida!-
en que mi madre lavaba,
en que aquel ser se dejaba
golpe tras golpe su vida.

¡hallarla, esa es mi meta!
no importa dónde se oculta
ni qué peñón la sepulta
ni que fuerza la sujeta...

Voy a partir los peñones
de ese Pozo Bajo eterno,
tan bello objeto materno
voy a librar de prisiones

Ara Pacis, noble piedra
porque en tu entraña contienes
los sudores de sus sienes
enredados como hiedra.

Te voy a erigir en altar,
¡serás, ya, piedra bendita!
¡y voy a llamarte Anita.
para este nombre adorar!

Esta poesia me encanta, y tene muchas y todas preciosa, gracias Pepe MG