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PEDRO MARTINEZ: leyenda de Gales...

leyenda de Gales

Cuentan que hace mucho, pero que mucho tiempo, en un recóndito lugar de Gales, existía una verde y hermosa colina de la que todos los habitantes del lugar estaban muy orgullosos.

El pueblo se llamaba Taff Well, y era un lugar realmente bello, rodeado por montañas y colinas onduladas, salpicadas de hermosas flores y rodeado de un aire fresco y húmedo.

De entre todas las montañas, destacaba una: la más alta, la más verde. Los aldeanos la conocían con el nombre de Garth. Estaban realmente orgullosos de ella.

A los vecinos les encantaba presumir de lo alta que era su montaña.

– ¡La más alta de Gales! – decían orgullosos.

Pero un día, llegaron al pueblo unos forasteros. Y además, llegaban en unos automóviles muy modernos y cargados con extraños aparatos.

Los aldeanos de Taff Well corrieron la voz. Y empezaron los rumores:

– Dicen que son ingleses y los manda la mismísima Reina- decían unos.

– Yo he oído que son unos científicos ilustres- decían otros.

Al final, descubrieron que en realidad eran cartógrafos, que son los estudiosos del relieve y las montañas. Y además venían con un encargo: medir su querida montaña Garth. Tenían la misión de actualizar los mapas de la zona.
Los cartógrafos estuvieron trabajando en la zona unos días. Era muy curioso ver cómo utilizaban aparatos extraños que colocaban a cierta distancia en la montaña. Y después del duro trabajo, dieron su veredicto:

– Acabamos de comprobar que Garth no es una montaña. Es una colina. Y muy modesta a nuestro entender. No alcanza los mil pies de altura que se necesitan para ser montaña.

– ¡Tonterías!- comenzaron a decir los vecinos de Taff Well. ¡Claro que es una montaña! ¿Qué habéis medido vosotros?

Los vecinos de Taff Well estaban indignados y ofendidos. Su montaña podía verse a muchísimos kilómetros de distancia. Era imposible que fuera una simple colina.

– ¡Qué barbaridad!- ‘farfullaban’ algunos- ¡Esto es un insulto!

Era tal el enfado de los vecinos, que los cartógrafos decidieron hacer una nueva medición. Pero después de tomar las nuevas medidas, volvieron a insistir:

– No cabe duda- dijeron de nuevo- Es una colina.

Pero los vecinos del lugar no podían terminar de creérselo, ni estaban dispuestos a ceder. Se reunieron para encontrar una solución. Y trazaron un plan.

Al día siguiente de reunirse, con las primeras luz del alba, los vecinos se dirigieron en fila hacia la montaña. Todos, incluidos los niños. El pueblo se quedó totalmente desierto.

Y todos los vecinos regresaban al pueblo al anochecer. El qué hacían allí, era un misterio.

Al cabo de tres días, los vecinos de Taff Well les dijeron a los cartógrafos:

– Ya está: ya podéis medirla de nuevo.

Los cartógrafos estaban realmente sorprendidos por el carácter tan obstinado de aquella gente, así que decidieron medir de nuevo, una vez más, la montaña.

Al terminar, anunciaron triunfantes:

– Ahora sí. Tenéis razón: mide 1002 pies. ¡Es una montaña!

Todos aplaudieron felices. Gritaron eufóricos y se dieron besos y abrazos llenos de júbilo.

– Pero nos gustaría saber algo- añadió uno de los cartógrafos- ¿Cómo lo habéis hecho?

– ¿Recordáis la hilera de gente que subía cada día a la montaña?

– Sí- contestaron los cartógrafos.

– Cada uno de nosotros subía a la montaña un cubo de arena. Entre todos, conseguimos hacerla más alta.
Los cartógrafos asintieron, realmente asombrados de la capacidad de trabajo en equipo de ese pueblo. Así que ese día se unieron a la fiesta para celebrar que Taff Well tenía, oficialmente, una bella montaña.