Aracne y la diosa Atenea, una leyenda de la mitología griega sobre la soberbia
Cuentan que hace mucho tiempo, en la Antigua Grecia, existió una joven muy habilidosa con el telar. Tanto, que era admirada por todo el mundo. La fama y los comentarios positivos hicieron que la joven, llamada Aracne, se creyera la mejor en su oficio, más aún que Atenea, diosa de la sabiduría y la protectora de hilanderas y bordadoras.
Aracne sintió que su orgullo crecía más y más hasta tal punto, que decidió desafiar a la diosa:
– ¡Atenea!- gritó Aracne un día- ¡Todos dicen que soy la mejor tejiendo aquí en la Tierra y que tú sin embargo eres la mejor en nuestro oficio. Pero yo creo que no es así… que en realidad yo soy mejor que tú. Y por eso, ¡te desafío! Tejamos un tapiz las dos para que el resto del mundo valore quién es mejor, si tú o yo…
Atenea, que en principio sentía aprecio por la joven Aracne, la miró apenada y decidió darle una oportunidad. Así que bajó al a Tierra en forma de una dulce anciana para advertirla:
– Joven- le dijo Atenea a Aracne, quien no sospechaba que esa mujer pudiera ser la diosa- No deberías desafiar a una diosa… recuerda que la humildad es un don maravilloso que además nos protege de nosotros mismos.
– ¿Y tú quién eres para darme consejos a mí? ¡No tengo que mostrar humildad ante Atenea cuando sé que soy mejor que ella!
La diosa entonces, se transformó de nuevo y se presentó ante ella con toda su belleza y majestuosidad.
– Pues aquí me tienes entonces, Aracne… Tú lo has querido. Comencemos a tejer.
Y ambas mujeres se pusieron a tejer y a bordar un tapiz a toda velocidad. Y mientras que Atenea creó un hermoso tapiz con todos los dioses majestuosos y en los extremos, diferentes castigos a los humanos que no les respetaban… Aracne sin embargó prefirió tejer un tapiz donde plasmó a los dioses en situaciones ridículas.
– Veo que te mojas de los dioses– dijo Atenea muy enfadada– Entonces mereces una lección y por supuesto, un castigo. Tu soberbia te ha llevado a él…
Y diciendo esto, Atenea rompió el tapiz que había bordado Aracne ridiculizando a los dioses, la agarró por el pelo y la elevó mientras le decía:
– A partir de ahora te pasarás el resto de tus días en las alturas, ya que te crees una diosa más… y no cesarás de tejer hasta que mueras. Y Aracne entonces se transformó en una araña.
Cuentan que hace mucho tiempo, en la Antigua Grecia, existió una joven muy habilidosa con el telar. Tanto, que era admirada por todo el mundo. La fama y los comentarios positivos hicieron que la joven, llamada Aracne, se creyera la mejor en su oficio, más aún que Atenea, diosa de la sabiduría y la protectora de hilanderas y bordadoras.
Aracne sintió que su orgullo crecía más y más hasta tal punto, que decidió desafiar a la diosa:
– ¡Atenea!- gritó Aracne un día- ¡Todos dicen que soy la mejor tejiendo aquí en la Tierra y que tú sin embargo eres la mejor en nuestro oficio. Pero yo creo que no es así… que en realidad yo soy mejor que tú. Y por eso, ¡te desafío! Tejamos un tapiz las dos para que el resto del mundo valore quién es mejor, si tú o yo…
Atenea, que en principio sentía aprecio por la joven Aracne, la miró apenada y decidió darle una oportunidad. Así que bajó al a Tierra en forma de una dulce anciana para advertirla:
– Joven- le dijo Atenea a Aracne, quien no sospechaba que esa mujer pudiera ser la diosa- No deberías desafiar a una diosa… recuerda que la humildad es un don maravilloso que además nos protege de nosotros mismos.
– ¿Y tú quién eres para darme consejos a mí? ¡No tengo que mostrar humildad ante Atenea cuando sé que soy mejor que ella!
La diosa entonces, se transformó de nuevo y se presentó ante ella con toda su belleza y majestuosidad.
– Pues aquí me tienes entonces, Aracne… Tú lo has querido. Comencemos a tejer.
Y ambas mujeres se pusieron a tejer y a bordar un tapiz a toda velocidad. Y mientras que Atenea creó un hermoso tapiz con todos los dioses majestuosos y en los extremos, diferentes castigos a los humanos que no les respetaban… Aracne sin embargó prefirió tejer un tapiz donde plasmó a los dioses en situaciones ridículas.
– Veo que te mojas de los dioses– dijo Atenea muy enfadada– Entonces mereces una lección y por supuesto, un castigo. Tu soberbia te ha llevado a él…
Y diciendo esto, Atenea rompió el tapiz que había bordado Aracne ridiculizando a los dioses, la agarró por el pelo y la elevó mientras le decía:
– A partir de ahora te pasarás el resto de tus días en las alturas, ya que te crees una diosa más… y no cesarás de tejer hasta que mueras. Y Aracne entonces se transformó en una araña.