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PEDRO MARTINEZ: La leyenda del té’, una sorprendente leyenda china...

La leyenda del té’, una sorprendente leyenda china

Cuenta una sorprendente leyenda que hace mucho, pero que mucho tiempo, vivía en China un emperador muy sabio. Era muy querido por todos porque siempre se comportaba de forma noble y justa y miraba por el bien de toda la población. Este emperador se llamaba Shen Nung, y le encantaba leer y aprender todo lo relacionado con la ciencia y la medicina.
Llegó una época en la que muchas personas de su reino comenzaron a enfermar, y él después de mucho pensar, decidió que todos debían beber agua hervida, porque sospechaba que el mal podría estar en la contaminación del agua. Así, mediante un mandato, todos comenzaron a hervir el agua para beber y cocinar.

Al emperador le gustaba mucho salir a la montaña, y en ocasiones, se quedaba allí a comer. Un día, se sentó junto a un precioso arbusto de hojas verdes y ovaladas y flores blancas y aromáticas. Era la planta del té.
Como tenía hambre, el emperador hizo una pequeña hoguera y colocó encima una pequeña cacerola para hervir un poco de agua. Entonces, un suave viento arrancó unas hojas del arbusto y éstas cayeron sobre el agua. El emperador no se había dado cuenta, y al cabo de un rato, comenzó a notar un extraño pero atrayente olor… Al mirar el agua, comprobó que había cambiado de color por culpa de las hojas de aquel arbusto.
El emperador, atraído por la curiosidad, probó aquel líquido y comprobó que no solo estaba delicioso, sino que además le proporcionaba más energía. Ese día, el emperador Shen Nung acababa de descubrir el té. Desde entonces, esta planta comenzó a utilizarse en todo el mundo.

– El té se cambiaba por caballos: ¿Te imaginas a alguien ofreciendo su caballo a cambio de un kilo de té? Pues por sorprendente que parezca, ocurrió. Durante un tiempo, el té era tan valorado y extraordinario que se creó una ruta comercial que atravesaba el Tibet. Allí, se intercambiaba el té chino por caballos tibetanos. Más tarde, también se aceptó como moneda de cambio del té lana, metales preciosos y medicinas. A esta ruta se le llamó ‘la ruta del té’.