La importancia de la sal
La necesidad de la sal, cuento infantil con valores
Había una vez un rey que tenía tres hijas. El hombre se hacía mayor y le entró una duda: ¿cuál de ellas debía heredar el trono? Decidió entonces ponerlas a prueba. Un buen día las reunió en la sala del trono y dijo con voz solemne:
– Tengo dudas acerca de cuál de vosotras debe heredar el trono. Lo hará aquella que me traiga el mejor regalo de cumpleaños. Necesito que penséis en un regalo que represente lo más importante para mí.
Lo cierto es que el cumpleaños del monarca estaba cerca, y las muchachas pensaron y pensaron para acertar. El rey sonrió ante los dos primeros regalos: la hija mayor le llevó un precioso traje bordado con hilo de oro; la hija mediana, una hermosa hogaza de pan. Pero la hija pequeña se presentó con un puñado de sal, y su padre enfureció tanto, que decidió expulsarla del castillo.
La joven demuestra al rey la importancia de la sal
La pobre muchacha vagó durante varios días por el bosque hasta que se encontró con una posada. Allí vivía una mujer muy bondadosa que decidió acogerla y enseñarla a cocinar. La joven, a la que le encantaba la cocina, comenzó a elaborar platos exquisitos. Se hizo tan famosa, que muchas personas viajaban desde lejos para probarlos. Tanto es así, que la noticia llegó hasta el rey, quien decidió contratar a esa maravillosa cocinera de la que todos hablaban tan bien para que elaborara el menú del banquete de boda de su hija mayor. El rey no la reconoció, ya que habían pasado muchos años y la chica había cambiado mucho…
Llegó el día del enlace y la muchacha preparó un menú magnífico, pero decidió no echar sal en el plato favorito del rey. Cuando él lo probó. Se enfadó, y mandó llamar a la cocinera:
– Dime, mujer, ¿por qué no echaste sal en este plato? ¡Era mi favorito!
– Lo hice a propósito- contestó con serenidad la muchacha- Ya sabía que era su plato favorito. Lo sé desde niña, ya que le vi comerlo infinidad de veces… Pero un día mi propio padre me echó de casa por no considerar importante la sal, así que pensé que no la echaría en falta…
El hombre miró avergonzado a la joven y entonces se dio cuenta de quién era. Le pidió perdón y la joven volvió a formar parte de la familia.
A veces no atendemos a las cosas realmente importantes en la vida: ¿de verdad le damos valor a aquello que debemos dárselo? El rey, en este cuento, pensó que era más valioso un traje y una hogaza de pan que la sal, pero al final descubrió que sin sal, su plato favorito resultaba incomible. Resulta que lo más valioso muchas veces nos parece mundano o insignificante, cuando en realidad no podríamos vivir sin ello.
La necesidad de la sal, cuento infantil con valores
Había una vez un rey que tenía tres hijas. El hombre se hacía mayor y le entró una duda: ¿cuál de ellas debía heredar el trono? Decidió entonces ponerlas a prueba. Un buen día las reunió en la sala del trono y dijo con voz solemne:
– Tengo dudas acerca de cuál de vosotras debe heredar el trono. Lo hará aquella que me traiga el mejor regalo de cumpleaños. Necesito que penséis en un regalo que represente lo más importante para mí.
Lo cierto es que el cumpleaños del monarca estaba cerca, y las muchachas pensaron y pensaron para acertar. El rey sonrió ante los dos primeros regalos: la hija mayor le llevó un precioso traje bordado con hilo de oro; la hija mediana, una hermosa hogaza de pan. Pero la hija pequeña se presentó con un puñado de sal, y su padre enfureció tanto, que decidió expulsarla del castillo.
La joven demuestra al rey la importancia de la sal
La pobre muchacha vagó durante varios días por el bosque hasta que se encontró con una posada. Allí vivía una mujer muy bondadosa que decidió acogerla y enseñarla a cocinar. La joven, a la que le encantaba la cocina, comenzó a elaborar platos exquisitos. Se hizo tan famosa, que muchas personas viajaban desde lejos para probarlos. Tanto es así, que la noticia llegó hasta el rey, quien decidió contratar a esa maravillosa cocinera de la que todos hablaban tan bien para que elaborara el menú del banquete de boda de su hija mayor. El rey no la reconoció, ya que habían pasado muchos años y la chica había cambiado mucho…
Llegó el día del enlace y la muchacha preparó un menú magnífico, pero decidió no echar sal en el plato favorito del rey. Cuando él lo probó. Se enfadó, y mandó llamar a la cocinera:
– Dime, mujer, ¿por qué no echaste sal en este plato? ¡Era mi favorito!
– Lo hice a propósito- contestó con serenidad la muchacha- Ya sabía que era su plato favorito. Lo sé desde niña, ya que le vi comerlo infinidad de veces… Pero un día mi propio padre me echó de casa por no considerar importante la sal, así que pensé que no la echaría en falta…
El hombre miró avergonzado a la joven y entonces se dio cuenta de quién era. Le pidió perdón y la joven volvió a formar parte de la familia.
A veces no atendemos a las cosas realmente importantes en la vida: ¿de verdad le damos valor a aquello que debemos dárselo? El rey, en este cuento, pensó que era más valioso un traje y una hogaza de pan que la sal, pero al final descubrió que sin sal, su plato favorito resultaba incomible. Resulta que lo más valioso muchas veces nos parece mundano o insignificante, cuando en realidad no podríamos vivir sin ello.