La leyenda de Sara y Ahmed...
Periana es una localidad de la provincia de Málaga, en el sur de España, aquí se cuenta la leyenda de Sara y Ahmed, dos enamorados que sellaron su amor de un modo trágico.
Según dice la leyenda, Sara era una hermosa cristiana cautiva, y Ahmed un apuesto árabe que cierto día que paseaba por las murallas escuchó lo lamentos de la muchacha.
Cuando el joven acudió para ver que es lo que pudiera estar ocurriendo, vio a Sara través de las rejas que la mantenían en su cautiverio.
Fue suficiente ese primer cruce de miradas para que los dos quedaran prendados, el uno del otro.
Cuando los padres de Ahmed se enteraron de que su hijo se «bebía los vientos» por una infiel, decidieron que lo mejor era trasladar a la muchacha bien lejos.
Ahmed y Sara se escaparon la noche antes del traslado, perseguidos por los familiares.
Tras una larga cabalgada, los amantes comprendieron que no iba a ser posible la huida, por ese motivo decidieron sellar su amor arrojandose al vacío desde el Cerro de Marchamonas.
Cuentan los lugareños, que en las frías noches de invierno cuando más sopla el viento, se puede escuchar el susurro de los dos jóvenes declarando su amor eterno
Periana es una localidad de la provincia de Málaga, en el sur de España, aquí se cuenta la leyenda de Sara y Ahmed, dos enamorados que sellaron su amor de un modo trágico.
Según dice la leyenda, Sara era una hermosa cristiana cautiva, y Ahmed un apuesto árabe que cierto día que paseaba por las murallas escuchó lo lamentos de la muchacha.
Cuando el joven acudió para ver que es lo que pudiera estar ocurriendo, vio a Sara través de las rejas que la mantenían en su cautiverio.
Fue suficiente ese primer cruce de miradas para que los dos quedaran prendados, el uno del otro.
Cuando los padres de Ahmed se enteraron de que su hijo se «bebía los vientos» por una infiel, decidieron que lo mejor era trasladar a la muchacha bien lejos.
Ahmed y Sara se escaparon la noche antes del traslado, perseguidos por los familiares.
Tras una larga cabalgada, los amantes comprendieron que no iba a ser posible la huida, por ese motivo decidieron sellar su amor arrojandose al vacío desde el Cerro de Marchamonas.
Cuentan los lugareños, que en las frías noches de invierno cuando más sopla el viento, se puede escuchar el susurro de los dos jóvenes declarando su amor eterno