LEYENDAS GRANAINAS. La maldición de la joven mora.
Cuenta la leyenda que durante una gran sequía por las escasas lluvias de ese año. Don Hernando de Zafra (secretario de los Reyes Católicos 1444-1508), y persona extremadamente horgullosa y tirana, era el único que gozaba del privilegio de un pozo casi inagotable debido a una rica acequia que allí descargaba.
El Conde de Zafra para mitigar las penurias de los vecinos a causa de la falta de agua, debido a la gran sequía, la repartía entre ellos, eso si, solo se la daba a los cristianos, dejando que los moros se murieran de sed.
Cada mañana se formaban largas colas a la puerta del palacio, y los sirvientes iban repartiendo un jarrillo de agua para cada vecino, siempre que antes éstos prometieran "no repartirla con los moros".
Cierto día, una joven mora logra hacerse hueco entre el gentío con el rostro cubierto, logró así, que le dieran un jarrillo de agua, pero cuando salía del palacio, un soldado la descubrío y la llevó ante el Conde, éste ordenó al soldado que estrellara el jarrillo de agua contra el suelo, ordenando a continuación que le dieran a la joven mora, tantos garrotazos como trozos se hiciera el jarrillo.
Recibió la joven siete garrotazos y fue expulsada del palacio, no sin antes lanzarle esta maldición al Conde:
" siete palos me dieron,
maldigo y emplazo
tu vida en siete días,
el próximo martes morirás.
Las aguas van a sobrarte,
y tus despojos navegarán sobre ellas"
Hernando de Zafra murió al arrancar el amanecer del siguiente martes, después de una semana de fuertes fiebres. Y en Granada ese día cayó un fuerte aguacero que desbordó el Río Darro, el agua entró en los aposentos del Palacio de Zafra arrastrando el ataud del Conde en pleno velatorio.
La última vez que se vió al Conde, fue río a bajo, sus restos nunca se encontraron y no pudieron recibir sepultura.
Cuentan que a veces se le ve deambulando por la rivera del río, buscando el descanso que no obtuvo al morir.
P. D. Desde ese día en Granada, y en los días de mucha lluvia, se dice;
"Llueve más que el día que murió Zafra"
Cuenta la leyenda que durante una gran sequía por las escasas lluvias de ese año. Don Hernando de Zafra (secretario de los Reyes Católicos 1444-1508), y persona extremadamente horgullosa y tirana, era el único que gozaba del privilegio de un pozo casi inagotable debido a una rica acequia que allí descargaba.
El Conde de Zafra para mitigar las penurias de los vecinos a causa de la falta de agua, debido a la gran sequía, la repartía entre ellos, eso si, solo se la daba a los cristianos, dejando que los moros se murieran de sed.
Cada mañana se formaban largas colas a la puerta del palacio, y los sirvientes iban repartiendo un jarrillo de agua para cada vecino, siempre que antes éstos prometieran "no repartirla con los moros".
Cierto día, una joven mora logra hacerse hueco entre el gentío con el rostro cubierto, logró así, que le dieran un jarrillo de agua, pero cuando salía del palacio, un soldado la descubrío y la llevó ante el Conde, éste ordenó al soldado que estrellara el jarrillo de agua contra el suelo, ordenando a continuación que le dieran a la joven mora, tantos garrotazos como trozos se hiciera el jarrillo.
Recibió la joven siete garrotazos y fue expulsada del palacio, no sin antes lanzarle esta maldición al Conde:
" siete palos me dieron,
maldigo y emplazo
tu vida en siete días,
el próximo martes morirás.
Las aguas van a sobrarte,
y tus despojos navegarán sobre ellas"
Hernando de Zafra murió al arrancar el amanecer del siguiente martes, después de una semana de fuertes fiebres. Y en Granada ese día cayó un fuerte aguacero que desbordó el Río Darro, el agua entró en los aposentos del Palacio de Zafra arrastrando el ataud del Conde en pleno velatorio.
La última vez que se vió al Conde, fue río a bajo, sus restos nunca se encontraron y no pudieron recibir sepultura.
Cuentan que a veces se le ve deambulando por la rivera del río, buscando el descanso que no obtuvo al morir.
P. D. Desde ese día en Granada, y en los días de mucha lluvia, se dice;
"Llueve más que el día que murió Zafra"