El ave que hechizaba con su canto
Hace mucho tiempo, y esto lo cuentan los más ancianos del lugar, llegó a un poblado de Tanzania rodeado por montañas, un extraño pájaro. Era muy grande y comenzó a arrasar con el campo y el ganado: se comía todo lo que los hombres sembraban y a veces se llevaba con sus enormes garras algún que otro animal.
Los hombres pronto comenzaron a pasar penalidades. No tenían suficiente alimento del campo para comer y su ganado se vio mermado con rapidez.
– ¡Tenemos que hacer algo!- dijeron los aldeanos al jefe de la tribu- Si no acabamos con ese terrible pájaro, moriremos todos de hambre…
– Cierto- dijo el jefe de la tribu- Pero tengo una idea: me he fijado que el pájaro vive en un altísimo árbol al pie de una ladera. Mandaré a los más ancianos con sus hachas para que lo talen. Así el pájaro se tendrá que ir de aquí.
Y así, los ancianos obedecieron la orden del jefe de la tribu y se dirigieron una mañana hacia el árbol donde descansaba el pájaro. Pero en cuanto comenzaron a golpear el tronco con sus hachas, el pájaro se elevó por encima de la copa y comenzó a cantar una dulce y extraña melodía. Cantaba sobre el pasado y aquello que los ancianos añoraban.
Compungidos, hechizados por su canto, dejaron sus hachas y le observaron. Después, volvieron a la aldea para hablar con el jefe:
– No podemos talar el árbol. Ese pájaro puede que no sea tan horrible…
– ¡Oh! ¿Qué decís? ¿Os ha hechizado? Ya veo que sí… Tendré que mandar a los jóvenes para que lo hagan.
Y los más jóvenes y corpulentos de la aldea fueron al día siguiente con sus hachas para talar el árbol del pájaro. Pero en cuanto comenzaron a talar, el pájaro volvió a elevarse por encima de la copa y a cantar con su dulce y mágica voz. Cantaba sobre el futuro y las grandes gestas que conseguirían todos ellos.
Los jóvenes, embriagados por la melodía y la letra de esa canción, dejaron las hachas y se sentaron a admirar y a escuchar al pájaro. Después regresaron cabizbajos para hablar con el jefe:
– No pensamos que ese pájaro sea tan malo en realidad…
– ¿Pero cómo podéis decir eso? ¡Nos está dejando sin alimento! ¿A vosotros también os hechizó? Pues solo me quedan los niños. Iré yo mismo con ellos para terminar la tarea…
Y al día siguiente, el jefe de la tribu llevó a los niños hasta el árbol del pájaro.
– Escuchad bien: debemos talar el árbol porque el pájaro que vive en él nos está dejando sin comida. Si no se va, nos moriremos de hambre. Y no queremos eso, ¿verdad?
– ¡No!- gritaron los niños muy seguros.
– Entonces, ¡talemos el árbol!
Y los niños, con sus menudas manos y sus escasas fuerzas, comenzaron a golpear con sus hachas el tronco del árbol. El pájaro ascendió de nuevo por encima de la copa y comenzó a cantar… cantaba sobre el pasado, pero los niños seguían golpeando el tronco. Después cantó sobre el futuro, pero los niños no paraban ni miraban al pájaro. Tenían sus ojos fijos en el tronco. Y al final, después de un duro esfuerzo, consiguieron derribar el árbol.
El pájaro dio un grito y salió volando. El jefe de la tribu, muy agradecido, les dijo:
– Ya sabía que podía contar con vosotros. Sois los únicos capaces de distinguir la verdad de la mentira. A partir de ahora os tendremos en cuenta en todas las gestas importantes en la aldea.
Hace mucho tiempo, y esto lo cuentan los más ancianos del lugar, llegó a un poblado de Tanzania rodeado por montañas, un extraño pájaro. Era muy grande y comenzó a arrasar con el campo y el ganado: se comía todo lo que los hombres sembraban y a veces se llevaba con sus enormes garras algún que otro animal.
Los hombres pronto comenzaron a pasar penalidades. No tenían suficiente alimento del campo para comer y su ganado se vio mermado con rapidez.
– ¡Tenemos que hacer algo!- dijeron los aldeanos al jefe de la tribu- Si no acabamos con ese terrible pájaro, moriremos todos de hambre…
– Cierto- dijo el jefe de la tribu- Pero tengo una idea: me he fijado que el pájaro vive en un altísimo árbol al pie de una ladera. Mandaré a los más ancianos con sus hachas para que lo talen. Así el pájaro se tendrá que ir de aquí.
Y así, los ancianos obedecieron la orden del jefe de la tribu y se dirigieron una mañana hacia el árbol donde descansaba el pájaro. Pero en cuanto comenzaron a golpear el tronco con sus hachas, el pájaro se elevó por encima de la copa y comenzó a cantar una dulce y extraña melodía. Cantaba sobre el pasado y aquello que los ancianos añoraban.
Compungidos, hechizados por su canto, dejaron sus hachas y le observaron. Después, volvieron a la aldea para hablar con el jefe:
– No podemos talar el árbol. Ese pájaro puede que no sea tan horrible…
– ¡Oh! ¿Qué decís? ¿Os ha hechizado? Ya veo que sí… Tendré que mandar a los jóvenes para que lo hagan.
Y los más jóvenes y corpulentos de la aldea fueron al día siguiente con sus hachas para talar el árbol del pájaro. Pero en cuanto comenzaron a talar, el pájaro volvió a elevarse por encima de la copa y a cantar con su dulce y mágica voz. Cantaba sobre el futuro y las grandes gestas que conseguirían todos ellos.
Los jóvenes, embriagados por la melodía y la letra de esa canción, dejaron las hachas y se sentaron a admirar y a escuchar al pájaro. Después regresaron cabizbajos para hablar con el jefe:
– No pensamos que ese pájaro sea tan malo en realidad…
– ¿Pero cómo podéis decir eso? ¡Nos está dejando sin alimento! ¿A vosotros también os hechizó? Pues solo me quedan los niños. Iré yo mismo con ellos para terminar la tarea…
Y al día siguiente, el jefe de la tribu llevó a los niños hasta el árbol del pájaro.
– Escuchad bien: debemos talar el árbol porque el pájaro que vive en él nos está dejando sin comida. Si no se va, nos moriremos de hambre. Y no queremos eso, ¿verdad?
– ¡No!- gritaron los niños muy seguros.
– Entonces, ¡talemos el árbol!
Y los niños, con sus menudas manos y sus escasas fuerzas, comenzaron a golpear con sus hachas el tronco del árbol. El pájaro ascendió de nuevo por encima de la copa y comenzó a cantar… cantaba sobre el pasado, pero los niños seguían golpeando el tronco. Después cantó sobre el futuro, pero los niños no paraban ni miraban al pájaro. Tenían sus ojos fijos en el tronco. Y al final, después de un duro esfuerzo, consiguieron derribar el árbol.
El pájaro dio un grito y salió volando. El jefe de la tribu, muy agradecido, les dijo:
– Ya sabía que podía contar con vosotros. Sois los únicos capaces de distinguir la verdad de la mentira. A partir de ahora os tendremos en cuenta en todas las gestas importantes en la aldea.