Quién se queda sentado, en espera de que sea el tiempo de cambiar los eventos, no quiere el cambio.
La historia se cambia con actos valientes y audaces, no con el victimismo y la autocompasión, como tampoco en las frías salas de espera de su propia vida.
La historia se cambia con actos valientes y audaces, no con el victimismo y la autocompasión, como tampoco en las frías salas de espera de su propia vida.