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PEDRO MARTINEZ: Un regreso al pasado Nazarí por la Alcazaba de Loja...

Un regreso al pasado Nazarí por la Alcazaba de Loja

Hubo un tiempo en el que Loja llegó a gozar de una relatividad incalculable dentro del Reino de Granada. La ciudad situada en el Poniente granadino se convirtió en una de las últimas fronteras de Al-Ándalus, allá por la época medieval. Ya como el último vestigio de la dinastía nazarí antes de la conquista de los Reyes Católicos, Loja vigilaba la llegada del enemigo desde las alturas. Concretamente, mediante un monumento que corona el paisaje lojeño.
La Alcazaba de Loja, declarada como Bien de Interés Cultural, es la principal atracción del municipio. Construida en el siglo IX por los Omeya, aunque no se finalizó hasta varios siglos después, esta construcción supuso todo un baluarte de la ciudad. Su misión era claramente defensiva, pues desde sus elevadas torres vigía se podía apreciar una amplia vista del paisaje para controlar los movimientos de las tropas enemigas. Además, también funcionó como residencia de los gobernadores de la época, tanto en época árabe como en la cristiana.
Se asienta sobre un cerro, a los pies de Sierra Gorda, y consta de varios elementos dignos de análisis por los aficionados al arte. Por ejemplo, la Torre del Homenaje, el acceso principal de la Alcazaba que debe su existencia a los almorávides. Construido con sillares, la puerta de dicha torre alberga varios símbolos nazaríes o una inscripción de carácter religioso: «Dios es único, no engendró ni fue engendrado, no tiene compañero».
Junto a dicha torre, el Caserón de los Alcaides esconde un peculiar rincón. El Museo Histórico Municipal de la Alcazaba de Loja se halla en su interior con dos salas que recogen los símbolos folclóricos y tradicionales de la ciudad. Desde una colección arqueológica, con piezas que datan de los años fundacionales de la ciudad, hasta los elementos más significativos de la Semana Santa lojeña. La entrada es gratuita y se puede visitar a lo largo de todo el año.

Aljibe y el barrio de la Alcazaba

Uno de los principales vestigios árabes que ha heredado Granada ha sido el agua. No necesariamente el bien natural como tal, sino la relevancia de su gestión para crear riqueza natural y arquitectónica. La Alcazaba de Loja incluye un aljibe en su patio de armas, que está compuesto por tres naves abovedadas y separadas por arcos. Se considera que su capacidad era de 286 metros cúbicos y constaba de un sistema de claraboyas que abastecía a la población y que filtraba el agua de lluvia.
Otro de los encantos de la Alcazaba son sus alrededores. El barrio amurallado contiene estrechas y empinadas calles que transportan al visitante automáticamente a otra época. Concretamente, a la de Al-Ándalus. Las casas blancas que pueblan el barrio de la Alcazaba, donde residieron gobernadores y militares musulmanes y cristianos, recuerdan al norte de África. Sin duda, un lugar por el que perderse y por el que apreciar la cultura que dejaron en herencia aquellos pueblos que llegaron a Loja hace doce siglos. Justamente, los que colocaron las primeras piedras de lo que hoy se conoce como Granada.