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PEDRO MARTINEZ: LEYENDAS GRANAINAS. Lópe Sánchez y Sanchica. Capítulo...

LEYENDAS GRANAINAS. Lópe Sánchez y Sanchica. Capítulo 2.

Una de aquellas viejas comadres hizo una descripción detallada del palacio subterráneo que se halla en las entrañas de aquel Cerro, donde todos creen, como si lo vieran, se encuentra encantado Boabdil con su esplendida corte muslímica.
Entre aquellas ruinas de más allá,
- dijo la anciana señalando unos muros desmantelandos y unos montones de piedra algo distantes de la montaña-
"Se encuentra un pozo oscuro y tenebroso que llega hasta el mismo corazón del monte"
Lo que yo no me atrevería por mi parte a mirar por el brocal, por todo cuanto dinero hay en el mundo, pues, cierta vez, hace ya de esto bastante tiempo, un pobre pastor de la Alhambra que guardaba sus cabras en ese paraje, bajó al pozo en busca de un cabritillo que se le había caído dentro, salió de allí,
¡Santo Dios!
pálido y sobrecogido y contando tales y tan portentosas cosas que había visto, que todo el mundo pensó que había perdido el seso.
Estuvo delirando dos o tres días con los fantasmas de los moros que le habían perseguido en la caverna, y no hubo en mucho tiempo medio de persuadirlo a que subiese de nuevo a la montaña. Por su desgracia volvió al fin, y, pobre infeliz, no se le volvió a ver jamás.
Sus vecinos encontraron a sus cabras pastando entre las ruinas moriscas, su sombrero y su manta junto a la boca del pozo, pero no se supo que fue de él.
Sanchica escuchó con gran atención aquella historia, y, como era en extremo curiosa, se apoderó de ella un vivo deseo de asomarse a explorar el terrible y fatídico pozo.
Separose, pues, de sus compañeras de juegos y se dirigió a las apartadas ruinas y, después de andar tropezando por algún tiempo, llegó a una pequeña concavidad en la cima de la montaña, justo al declive del Valle Dauro, oscuro como la boca del lobo, lo cual daba suficiente idea de que en su centro se abría la boca de la famosa cisterna.
Sanchica se aventuró a llegar hasta el borde y miró hacia el fondo, su profundidad, helose la sangre del cuerpo de la muchacha y se retiró llena de pavor, volvió a mirar de nuevo y volvió a retirarse otra vez, repitió por tercera vez la operación, y el mismo horror le hacía ya sentir cierta especie de deleite, por último, cogió un gran guijarro y lo lanzó al fondo del pozo, por algún tiempo bajó la piedra silenciosamente, pero al cabo de un momento se oyó un violento choque sobre alguna roca saliente, y luego que botaba de un lado para otro y que producía un ruido semejante al del trueno, hasta qué, finalmente, sonó en agua a grandisima profundidad, quedando todo otra vez en silencio completo, éste silencio, sin embargo, no fue de mucha duración...
Fin del capitulo 2.