LA LEYENDA DE LA MADRE SAL
Esta es una leyenda antigua del pueblo de Rioja, donde se dice que hace mucho tiempo muy cerca al pueblo había una mina de sal y que una anciana al parecer siempre se le encontraba en la entrada o en los alrededores de esta mina.
Pero en una ocasión, la viejita se presentó en la casa de una señora, que estaba preparando tortillas de yuca un plato típico de la región. La viejecita, toco la puerta efusivamente al parecer había percibido el aroma de las tortillas y suplicó que la señora le invitara algunas de las que ya estaban pero más que nada quería probar la sal de las tortillas.
La señora, muy amablemente, al ver el estado de la viejecita se compadeció y accedió sin problema, la viejecita probó un trozo de las tortillas de yuca, lo saboreó y luego estornudó sobre el batán donde estaba el resto de la masa aun sin preparar, la señora de la casa escandalizada por este acto anti higiénico no pudo aguantar la cólera y más aun cuando la viejecita al parecer minimizando lo ocurrido argumento que le faltaba más sal.
La dueña de la casa se molestó mucho y la echó, insultándola por haber contaminado todas sus tortillas, la vieja resentida salió de la casa y dijo: “Si no me quieren por aquí, me iré muy lejos y hasta allá irán a buscarme”, luego se marchó.
La dueña de la casa, muy molesta, cerró bruscamente la puerta y le grito que nunca más vuelva, pero no comprendió lo que la viejita quería decir, ni quién era, esa misma noche, tuvo sueños confusos donde al final comprendió que esa viejecita era en realidad la Madre de la Sal. Pasaron los días, y cuando los pobladores necesitaban sal para realizar sus tortillas y otros platos típicos se dirigieron a la mina, pero no la encontraron donde debería estar como si nunca hubiera habido alguna en ese lugar, así que regresaron a sus casas muy confundidos.
Paso el tiempo y en cierta ocasión, un grupo de cazadores del pueblo se internaron en la selva en busca de buenas presas, y encontraron allí en la espesura de las faldas de un cerro una mina de sal, se sorprendieron cuando comprobaron después que era la misma mina donde antes sacaban sal pero esta vez se encontraba muy lejos de su antigua ubicación, a pesar que no estaba a a la vista ni la viejecita ni ninguna persona igual se disculparon y desde ahí el pueblo pudo utilizar la sal pero con las dificultades que les trae la distancia.
Esta es una leyenda antigua del pueblo de Rioja, donde se dice que hace mucho tiempo muy cerca al pueblo había una mina de sal y que una anciana al parecer siempre se le encontraba en la entrada o en los alrededores de esta mina.
Pero en una ocasión, la viejita se presentó en la casa de una señora, que estaba preparando tortillas de yuca un plato típico de la región. La viejecita, toco la puerta efusivamente al parecer había percibido el aroma de las tortillas y suplicó que la señora le invitara algunas de las que ya estaban pero más que nada quería probar la sal de las tortillas.
La señora, muy amablemente, al ver el estado de la viejecita se compadeció y accedió sin problema, la viejecita probó un trozo de las tortillas de yuca, lo saboreó y luego estornudó sobre el batán donde estaba el resto de la masa aun sin preparar, la señora de la casa escandalizada por este acto anti higiénico no pudo aguantar la cólera y más aun cuando la viejecita al parecer minimizando lo ocurrido argumento que le faltaba más sal.
La dueña de la casa se molestó mucho y la echó, insultándola por haber contaminado todas sus tortillas, la vieja resentida salió de la casa y dijo: “Si no me quieren por aquí, me iré muy lejos y hasta allá irán a buscarme”, luego se marchó.
La dueña de la casa, muy molesta, cerró bruscamente la puerta y le grito que nunca más vuelva, pero no comprendió lo que la viejita quería decir, ni quién era, esa misma noche, tuvo sueños confusos donde al final comprendió que esa viejecita era en realidad la Madre de la Sal. Pasaron los días, y cuando los pobladores necesitaban sal para realizar sus tortillas y otros platos típicos se dirigieron a la mina, pero no la encontraron donde debería estar como si nunca hubiera habido alguna en ese lugar, así que regresaron a sus casas muy confundidos.
Paso el tiempo y en cierta ocasión, un grupo de cazadores del pueblo se internaron en la selva en busca de buenas presas, y encontraron allí en la espesura de las faldas de un cerro una mina de sal, se sorprendieron cuando comprobaron después que era la misma mina donde antes sacaban sal pero esta vez se encontraba muy lejos de su antigua ubicación, a pesar que no estaba a a la vista ni la viejecita ni ninguna persona igual se disculparon y desde ahí el pueblo pudo utilizar la sal pero con las dificultades que les trae la distancia.