CURIOSIDADES GRANAINAS. El Generalife, un disfrute para los sentidos.
Fue Ismail I (1314-1325), quien decidió convertir en recidencia veraniega una construcción que ya iniciara en el último cuarto de siglo XIII, Muhammad II (1273-1302), a la que le puso el nombre de;
" El Generalife".
Los sultanes edificaron por encima de la Alhambra para procurarse un espacio de tranquilidad y mayor contacto con la naturaleza, una especie de villa de recreo donde hacer un descanso en las duras tareas gubernamentales.
La situación de aquellas edificaciones era ideal, pues como ya he dicho antes, les permitía mantenerse apartados de los asuntos de la corte, al mismo tiempo, también les garantizaba un rápido retorno a la zona protegida por las magníficas murallas Alhambreñas, por su proximidad.
La Acequia Real, fue la gran artífice de aquel milagro, ya que les permitió convertir aquella colina en alcazares y almunias y transformarlos en una auténtica fiesta de la jardineria.
La Acequia Real pasaba por el Generalife antes de entrar en la ciudad palatina, y permitía que aquellas tierras que hasta entonces eran unos auténticos eriales, se convirtieran en unas fértiles Huertas que se han mantenido a la largo de los siglos, es más aún se cultivan.
Para llegar al palacio del Generalife, los sultanes probablemente a caballo, tenían que salir de la Alhambra por la Puerta del Arrabal, situada al pie de la Torre de los Picos, y una vez cruzado el barranco que ocupa la hoy llamada Cuesta de los Chinos, recorrían el camino que asciende mediante una gran pendiente hasta el Generalife.
Este espacio o tierra de los jardines, estaba dedicado al disfrute de los sultanes, las estancias estaban decoradas con tapices, cortinas y alfombras de seda, camastros con almohadones y el perfume de Azahar, además de jazmines y otra flores olorosas. Además de salas especiales para las mujeres y habitáculos para los músicos, todo el lugar estaba pensado para el disfrute de los sentidos, o una especie de reproducción del mismísimo paraíso. Fiestas con bailarinas y recitadoras de poemas, muchas de las favoritas de los sultanes.
Fue Ismail I (1314-1325), quien decidió convertir en recidencia veraniega una construcción que ya iniciara en el último cuarto de siglo XIII, Muhammad II (1273-1302), a la que le puso el nombre de;
" El Generalife".
Los sultanes edificaron por encima de la Alhambra para procurarse un espacio de tranquilidad y mayor contacto con la naturaleza, una especie de villa de recreo donde hacer un descanso en las duras tareas gubernamentales.
La situación de aquellas edificaciones era ideal, pues como ya he dicho antes, les permitía mantenerse apartados de los asuntos de la corte, al mismo tiempo, también les garantizaba un rápido retorno a la zona protegida por las magníficas murallas Alhambreñas, por su proximidad.
La Acequia Real, fue la gran artífice de aquel milagro, ya que les permitió convertir aquella colina en alcazares y almunias y transformarlos en una auténtica fiesta de la jardineria.
La Acequia Real pasaba por el Generalife antes de entrar en la ciudad palatina, y permitía que aquellas tierras que hasta entonces eran unos auténticos eriales, se convirtieran en unas fértiles Huertas que se han mantenido a la largo de los siglos, es más aún se cultivan.
Para llegar al palacio del Generalife, los sultanes probablemente a caballo, tenían que salir de la Alhambra por la Puerta del Arrabal, situada al pie de la Torre de los Picos, y una vez cruzado el barranco que ocupa la hoy llamada Cuesta de los Chinos, recorrían el camino que asciende mediante una gran pendiente hasta el Generalife.
Este espacio o tierra de los jardines, estaba dedicado al disfrute de los sultanes, las estancias estaban decoradas con tapices, cortinas y alfombras de seda, camastros con almohadones y el perfume de Azahar, además de jazmines y otra flores olorosas. Además de salas especiales para las mujeres y habitáculos para los músicos, todo el lugar estaba pensado para el disfrute de los sentidos, o una especie de reproducción del mismísimo paraíso. Fiestas con bailarinas y recitadoras de poemas, muchas de las favoritas de los sultanes.