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PEDRO MARTINEZ: EL MITO DE PIGMALIÓN Y LA ESTATUA...

EL MITO DE PIGMALIÓN Y LA ESTATUA

Ahora repasemos la antigua mitología griega donde Ovidio nos cuenta, en su Metamorfosis, el mito de Pigmalión, rey de Chipre, quien busco durante mucho tiempo una mujer con la cual casarse, pero su búsqueda no obtuvo resultados ya que estaba condicionada pues es así que osó enfrentarse al amor al asegurar que no iba a enamorarse de nadie que no fuera perfecto.

Pigmalión era escultor y su historia comienza cuando empezó a modelar una estatua con forma de mujer. Pero, he aquí el caso que, cuanto más modelaba aquella divina estatua, a medida que iba surgiendo de sus dedos y se iba impregnando de voluptuosidad la ondulación del mármol, Pigmalión sentía que en su fuero interno algo se encendía. No podía ser, ¿Cómo poder enamorarse de una estatua, de una creación propia?

Pero así fue y al término de su obra, Pigmalión estalló de amor por aquella estatua. Sin ningún rubor, comenzó a cubrirla de besos y abrazos. La miraba y remiraba, la acosaba entre sus dedos, fijando su pudor en algún punto lejano de la estancia. La vestía y la desvestía, la imaginaba tierna, delicada, suave... Pero el mármol frío sólo le hacía aumentar más y más el deseo, junto a la desesperación. Se había enamorado perdidamente de aquella estatua. Pero su amor jamás podría traspasar aquel cuerpo inerte y frío.

Quiso la suerte que la diosa Afrodita llegara hasta la ciudad de Amatonte, allí donde vivía Pigmalión en una celebración en su nombre. Llegó justo en el momento en el que éste rogaba encarecidamente a los dioses: "Si es verdad que tenéis tanto poder, os ruego que deis vida a esta estatua para poder casarme con ella".

Pigmalión suplicó a la diosa que le concediera vida a su amada de marfil, pero ésta le respondió con una señal que el rey no compendió regresando a su casa muy decepcionado. Después de contemplar a su creación durante largas horas, se acercó a ella y la besó.

En un sencillo beso descubrió que la piedra parecía irradiar algo de calor, Pigmalión se dio cuenta de que ya no eran fríos sus labios de marfil. La abrazó y comenzó a sentir que el frío del mármol desaparecía poco a poco. Se apartó para mirarla a los ojos, no fuera que aquella sensación sólo fuera producto de su propio calor. Comprendió entonces que la dureza de piedra comenzó a volverse suave. Tras dar las gracias encarecidamente a los dioses, volvió a besarla y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador. Pigmalión se dejó llevar por el deseo y poseyó a la estatua, convertida ahora en una delicada mujer con la que el rey finalmente se desposó, Afrodita quiso complacer así al apenado rey.

De aquella unión entre el artista y su creación, de nombre Galatea, nació, al noveno mes, Pafos, la delicada criatura que daría nombre a una de las islas griegas más hermosas.