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PEDRO MARTINEZ: Leyendas e Historias de mi Albaicin...

Leyendas e Historias de mi Albaicin

Esta historia nos sitúa en el antiguo barrio judío, el Realejo, concretamente en un callejón que va desde torres Bermejas hasta el actual Alhambra Palace. Aquí se encuentra el "Callejón niño del royo", su nombre como muchas de las calles de nuestra ciudad esconde un trozo de historia de Granada.
Nos trasladamos a la Granada del S. XVI, en esta época en numerosas ciudades se habilitaban lugares de castigo público donde se colocaban las "picotas" o "royos" estos eran unos postes redondos a modo de columna de piedra dispuestos de pie o sujetos a la pared por abrazaderas de hierro coronados por una bola también de piedra dispuesta en el extremo superior de la columna, además estos royos portaban unos ganchos, generalmente 4 que indicaban los 4 puntos cardinales. En estos ganchos de hierro eran colgados parte de los miembros amputados de los criminales condenados a descuartizamiento. No era extraño pues encontrar en estos royos parte de restos humanos como manos, dedos, orejas... La finalidad era por tanto la de exposición a modo de advertencia y escarmiento para los malhechores y en general para toda la ciudadanía.
Esta práctica era muy común en todas las ciudades españolas de la época, en Granada se colocaron estos royos en plaza bibrrambla, en plaza del humilladero, en la explanada del triunfo y en la calle que hoy nos ocupa en el callejón del niño del royo, fueron los vecinos los que empezaron a llamar a esta calle de esta manera ya que decían que desde la distancia este royo con sus 4 ganchos y la bola de piedra que coronaba la columna parecía un niño con los brazos en cruz.
Se cuenta que algunos ciudadanos compasivos recorrían las calles de la ciudad con sus carromatos recogiendo los despojos humanos, antes de que el tiempo o las alimañas acabaran con ellos para llevarlos a lugares sagrados oficiándoles una misa y dándoles cristiana sepultura siempre y cuando la sentencia lo permitiera.
Afortunadamente, hoy no queda nada de esta macabro y tétrico rito, nos queda como recuerdo para que no olvidemos la historia, una placa que le da nombre a esta típica y tranquila calle del realejo.