LOS ALUMNOS IRREFLEXIVOS
Un sabio maestro estaba dando clase a un grupo de jóvenes discípulos. En un determinado momento, estos le pidieron que les revelara una sagrada fórmula de la que habían oído hablar y por medio de la cual los muertos pueden ser devueltos a la vida. « ¿Y que pensáis hacer con esa cosa tan peligrosa?», les preguntó el sabio maestro. «No vamos a hacer nada, solo es para robustecer nuestra fe», le respondieron. «El conocimiento prematuro es muy peligroso cuando se le proporciona a alguien que aún no posee la sabiduría para usarlo», argumentó el anciano.
Los discípulos insistieron de modo que el sabio les acabó susurrando la fórmula sagrada, suplicándoles que la emplearán con suma responsabilidad. No mucho después iban los jóvenes paseando cuando tropezaron con un montón de huesos calcinados. Entonces, decidieron poner a prueba la fórmula que solo debía de ser empleada después de una prolongada reflexión. Y en cuanto pronunciaron las palabras mágicas, los huesos se cubrieron de carne y se transformaron en voraces lobos que amenazaban con atacarlos.
Como bien dijo el gran poeta Sócrates, el peor mal del hombre es la irreflexión.
Un sabio maestro estaba dando clase a un grupo de jóvenes discípulos. En un determinado momento, estos le pidieron que les revelara una sagrada fórmula de la que habían oído hablar y por medio de la cual los muertos pueden ser devueltos a la vida. « ¿Y que pensáis hacer con esa cosa tan peligrosa?», les preguntó el sabio maestro. «No vamos a hacer nada, solo es para robustecer nuestra fe», le respondieron. «El conocimiento prematuro es muy peligroso cuando se le proporciona a alguien que aún no posee la sabiduría para usarlo», argumentó el anciano.
Los discípulos insistieron de modo que el sabio les acabó susurrando la fórmula sagrada, suplicándoles que la emplearán con suma responsabilidad. No mucho después iban los jóvenes paseando cuando tropezaron con un montón de huesos calcinados. Entonces, decidieron poner a prueba la fórmula que solo debía de ser empleada después de una prolongada reflexión. Y en cuanto pronunciaron las palabras mágicas, los huesos se cubrieron de carne y se transformaron en voraces lobos que amenazaban con atacarlos.
Como bien dijo el gran poeta Sócrates, el peor mal del hombre es la irreflexión.