-25% solo aquí

PEDRO MARTINEZ: EL TÁBANO...

EL TÁBANO

Un padre y su hijo trabajaban juntos en el campo. Después de una larga jornada, de vuelta hacia su casa, el padre se sintió muy cansado y dijo: «Hijo mío, si no te importa, vamos a descansar un poco y luego seguimos caminando», Así lo hicieron. Tan fatigado estaba el padre que se recostó sobre el tronco de un árbol y enseguida se durmió. De repente, un tábano se posó en su cabeza dispuesto a darse el gran banquete con su sangre. El hijo lo vio y, no dispuesto a consentirlo, cogió una rama seca y la estrelló contra el tábano. El resultado fue obvio e inevitable: un soberano golpe, que afortunadamente solo le hizo una brecha, donde el progenitor despertó sobresaltado por lo ocurrido a la par que dolorido.
Cuando, pasadas unas semanas, el hombre ya no tenía ni una pequeña cicatriz que le recordase el desagradable incidente, le preguntó curioso a su hijo:
–Hijo, sé que tú intención era ayudarme pero ¿no podrías haber ahuyentado al tábano de otra manera?
A lo que el hijo, sin dudarlo, repuso:
–No, padre, en absoluto. Se me podría haber escapado.
Esta historia nos enseña que las buenas intenciones son esenciales pero, eso sí, siempre tienen que ir acompañadas de un poco de sensatez.