EL LABRADOR Y LA PROVIDENCIA
Un labrador que estaba trabajando en sus campos, obligado por el calor y la fatiga, se paró a descansar y se sentó debajo de una encina. Allí, recostado en el tronco del árbol, contemplaba agradecido sus campos y los frutos y verduras que éstos le daban: melones, calabazas, pepinos, tomates, naranjas... Sin embargo, para sus adentros reflexionaba y se preguntaba por qué la providencia había puesto la bellota, que es el fruto de la encina, en un sitio tan alto, inalcanzable y bonito. « ¿No sería mejor que los melones y calabazas colgasen también de los árboles? Así no me tendría que agachar a recogerlos...», reflexionó. Mientras estaba enfrascado en sus pensamientos, una bellota cayó del árbol repentinamente y le dio en la nariz. Y entonces se dijo: « ¡Caramba! Si en vez de una bellota me hubiese caído un melón o una calabaza, me hubiera quedado sin cabeza. Pero como ha sido una bellota, me duele un poco la nariz, pero sigo vivo».
Y es que la naturaleza, como demuestra esta fábula, es sabia, y siempre nos recuerda que todo en este mundo cumple una función y tiene un propósito. Así que, en lugar de intentar cambiarlo, deberíamos pensar en cómo sacar el mejor provecho de todo aquello que nos rodea.
Un labrador que estaba trabajando en sus campos, obligado por el calor y la fatiga, se paró a descansar y se sentó debajo de una encina. Allí, recostado en el tronco del árbol, contemplaba agradecido sus campos y los frutos y verduras que éstos le daban: melones, calabazas, pepinos, tomates, naranjas... Sin embargo, para sus adentros reflexionaba y se preguntaba por qué la providencia había puesto la bellota, que es el fruto de la encina, en un sitio tan alto, inalcanzable y bonito. « ¿No sería mejor que los melones y calabazas colgasen también de los árboles? Así no me tendría que agachar a recogerlos...», reflexionó. Mientras estaba enfrascado en sus pensamientos, una bellota cayó del árbol repentinamente y le dio en la nariz. Y entonces se dijo: « ¡Caramba! Si en vez de una bellota me hubiese caído un melón o una calabaza, me hubiera quedado sin cabeza. Pero como ha sido una bellota, me duele un poco la nariz, pero sigo vivo».
Y es que la naturaleza, como demuestra esta fábula, es sabia, y siempre nos recuerda que todo en este mundo cumple una función y tiene un propósito. Así que, en lugar de intentar cambiarlo, deberíamos pensar en cómo sacar el mejor provecho de todo aquello que nos rodea.