LAS DOS BOLSAS
Un niño, al regresar del colegio, empezó a criticar sin piedad a un compañero suyo delante de su madre. «Es que es muy tonto, mamá. Todo lo hace mal. Cada vez que el maestro pregunta nunca sabe la respuesta. ¡Si ni siquiera se ha aprendido las tablas de multiplicar! Yo soy muchísimo más listo que él». Tras oír las quejas de su hijo, la mujer permaneció callada y pensativa. Viendo que no obtenía respuesta, el niño insistió: «Mamá, di algo. ¿Tú no crees también que soy el más listo de la clase?». Y entonces la mujer, con voz serena, le soltó: «Cariño mío, voy a responder a tu pregunta con un pequeño cuento. Dice una leyenda muy antigua que cada persona nace en el mundo con dos bolsas suspendidas en el cuello: una al frente y otra en la espalda. La bolsa que lleva al frente está llena de las faltas y defectos de los demás, ya sean de sus compañeros de colegio, hermanos, amigos... Y la bolsa grande que lleva detrás en la espalda la lleva cargada de sus propias faltas y defectos. De ahí que siempre somos muy rápidos para ver lo peor de los demás, pero a menudo estamos ciegos para ver nuestros propios defectos. Así que aprende bien esta lección de vida, hijo mío: antes de ver y juzgar los defectos ajenos, primero mira y juzga los tuyos propios».
Un niño, al regresar del colegio, empezó a criticar sin piedad a un compañero suyo delante de su madre. «Es que es muy tonto, mamá. Todo lo hace mal. Cada vez que el maestro pregunta nunca sabe la respuesta. ¡Si ni siquiera se ha aprendido las tablas de multiplicar! Yo soy muchísimo más listo que él». Tras oír las quejas de su hijo, la mujer permaneció callada y pensativa. Viendo que no obtenía respuesta, el niño insistió: «Mamá, di algo. ¿Tú no crees también que soy el más listo de la clase?». Y entonces la mujer, con voz serena, le soltó: «Cariño mío, voy a responder a tu pregunta con un pequeño cuento. Dice una leyenda muy antigua que cada persona nace en el mundo con dos bolsas suspendidas en el cuello: una al frente y otra en la espalda. La bolsa que lleva al frente está llena de las faltas y defectos de los demás, ya sean de sus compañeros de colegio, hermanos, amigos... Y la bolsa grande que lleva detrás en la espalda la lleva cargada de sus propias faltas y defectos. De ahí que siempre somos muy rápidos para ver lo peor de los demás, pero a menudo estamos ciegos para ver nuestros propios defectos. Así que aprende bien esta lección de vida, hijo mío: antes de ver y juzgar los defectos ajenos, primero mira y juzga los tuyos propios».