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PEDRO MARTINEZ: EL ÁRBOL DE LA EXPERIENCIA...

EL ÁRBOL DE LA EXPERIENCIA

Un buen padre, sintiendo que se acercaba su hora, deseó transmitir a su hijo lo que más apreciaba: el patrimonio de todas las experiencias adquiridas en el curso de su vida. Por eso, lo llamó a la cabecera de su cama y le dijo: «Hijo, cuando haya muerto, deseo que me cortes el dedo índice de la mano derecha y lo entierres en el huerto. De esta manera, espero salvaguardar la propiedad mágica de un tesoro incomunicable y que deseo transmitirte». Dicho esto, cerró los ojos y murió.
El joven siguió los mandatos de su padre. Transcurrido un tiempo, en el lugar donde había enterrado el dedo, creció un magnífico árbol que daba unos frutos exquisitos que bastaban para saciar su hambre, con lo que no tenía necesidad de preocuparse por su propio sustento. Así que lo compartió con la gente. « ¡Qué nos importan estos frutos! Nos parecen insípidos. Queremos alimentarnos con frutos de nuestro huerto, no con el fruto de alguien que está muerto». El hijo acabó pensando como sus vecinos: « ¿Por qué debo seguir el índice de mi padre si también lo tengo yo?». En ese momento el árbol se marchitó. Y así fue como el hijo debió de aprender a reconstruir, por cuenta propia y día tras día, el valioso árbol de la experiencia.